sábado, 21 de septiembre de 2024

En defensa de lo "viejo" y la "vejez" y una crítica al poptimismo y su fascistización de la discusión musical

El poptimismo es un fenómeno completamente criticable y cuestionable, porque es la introducción de la lógica pequeñoburguesa de la corrección política y de la del populismo a la discusión musical, es decir, es una fascistización de la discusión musical, y sus críticos tienen toda la razón en criticar a dicho fenómeno, además de que sus argumentos en general, son válidos, pero en cuanto buscan salir del problema, es cuando caen en la mistificación ideológica, es decir, a los críticos del poptimismo les hace falta abrazar a Hegel y su dialéctica, y criticar a las mismísimas bases de este para finalmente socavarlo.

El poptimismo es en principio es un pensamiento razonable y hasta sensato, es decir, reconocer que el pop también puede llegar a ser arte en sí no tiene nada de malo, porque finalmente tenemos numerosos ejemplos donde llegó a serlo o estuvo cerca, no obstante, ese no es el problema, y es aquí donde debemos volver a Hegel y a Marx, pues el problema no se encuentra en dicho pensamiento, sino en la práctica, y para socavaral poptimismo necesitamos no solo ir hacia este, sino a su base: el dogma del "progreso" con todo y su utilitarismo y aplicar la dialéctica hegeliana a este, pues como habría que recordar, la verdad no se encuentra en lo bueno de algo, sino en lo que sale mal y es aquí donde me ganaré muchas críticas, pero precisamente lo que por mucho tiempo fue el "factor x" sagrado e incuestionable de la modernidad también debe ser sometido a la crítica y a la dialéctica hegeliana.

No nos debería sorprender que el mayor dogma de la izquierda miserable sea precisamente el del "progreso", sea cual sea la variante de esta, desde los marxistas arcaicos, los anarquistas y los populistas como Alfredo Jalife, Santiago Armesilla, Julen Robledo, Roberto Vaquero o Diego Ruzzarin hasta las variantes que abiertamente se hacen llamar "progresistas" o "transformadoras", la izquierda miserable lleva bajo del brazo el dogma del "progreso" y eso es más que notorio en la corrección política y la cultura de la cancelación, o para decirlo de manera más sencilla, los neopuritanismos que hoy nos achacan en el occidente son los que están más obsesionados con el "progreso", pues ante la destrucción que ha generado el capitalismo, no solo a nivel económico y político, sino también en el nivel ético, moral y hasta en nuestros modales, la izquierda, ante su total falta de un proyecto político y económico viable, se ha entregado al hípermoralismo otrora reservado para la derecha más putrefacta e insalubre, que hoy es la que hace uso de la vulgaridad y la perversión para crear una solidaridad grosera, este es el fenómeno que vemos una y otra vez en el occidente, y la izquierda en su miseria política, en lugar de articular una lucha que rescate los modales y otras leyes no escritas que están hechas para romperse discretamente, que son las que conocemos con el término lacaniano de "gran Otro", la izquierda miserable ha decidido que todo debe ser regulado abiertamente, como si se tratara de un asunto que debe ser regulado por tecnócratas, creando así un totalitarismo muy peligroso, que no es más que perversión pura y dura, pues se trata de un hípermoralismo pequeñoburgués que efectivamente busca de manera neurótica un ritual obsesivo para que nada cambie, es decir, es la impotencia de las clases medias, que se revisten con una falsa consciencia (hípermoralismo) con el fin de obstaculizar luchas genuinamente transformadoras, y como anécdota, les contaré algo que me sucedió por allá en el 2018, cuando aún estaba adquiriendo consciencia política pero no tenía las agallas como para llamarme a mí mismo "comunista", y es que en aquel entonces yo estaba en un grupo de anarquistas y un día discutí con uno de ellos, y mientras que yo ya tenía cierta idea sobre lo que había que cambiar, el tipo se atrevió a afirmar que nuestras relaciones socio-económicas y sus dinámicas no debían ser cambiadas siempre y cuando hubiese un consentimiento mutuo para que estas fuesen efectuadas, sino que el cambio debía estar en las cuestiones éticas, morales y de modales, es decir, que mientras actuásemos de manera moral, ética y tuviésemos buenos modales, no debíamos preocuparnos de lo demás y que solo así el anarquismo funcionaría, y esto es lo que confirma el desprecio de Marx y Engels por personajes como Proudhon y Bakunin, pues finalmente esto no es distinto a las mistificaciones ideológicas de los derechistas cuando estos repiten cosas como: "el cambio está en uno mismo", "cállense y dejen de criticar, que eso no les servirá de nada" o "el pobre es pobre porque quiere", pues la pequeña burguesía carece de consciencia de clase, pues se trata de una clase intermedia entre la burguesía y la plebe (en el sentido más hegeliano posible), que aunque sus intereses sean exactamente los mismos que los de la plebe, ellos creen que sus intereses son los mismos que los de la burguesía y lo que ven en un proyecto socialista es una amenaza a su precaria propiedad de medios de producción, cuando de hecho, el fin de dicho proyecto es sacar a la gente de la pobreza y hacer que todos vivamos como dicha pequeña burguesía, por lo que obstaculizan dicho proyecto con moralismos ingenuos que guardan en su núcleo, una lógica asquerosamente reaccionaria, ahora, ¿Qué tiene que ver todo esto con el poptimismo y el dogma del "progreso"? La respuesta es algo complicada, pero no imposible de responder, pero precisamente el dogma del "progreso" es incuestionable y está elevado a algo sagrado dentro de la modernidad, no obstante, la historia nos demostró una y otra vez que ese optimismo por el "progreso" resultó en cosas muy desagradables, incluyendo el nazismo y el estalinismo, y esta es la razón por la que debemos volver a Hegel, pues la dialéctica, lejos de ser ese sistema tripartita de tesis-antítesis-síntesis, más bien es un sistema que alumbra a la verdad que se encuentra en lo que resulta catastrófico, y es aquí donde me atrevo a llamarle a este pensamiento, "la dialéctica del progreso", pues la izquierda miserable, en su obsesión por el "progreso", ha logrado crear una mistificación ideológica que apunta a un hípermoralismo burgués que es el de la corrección política y la cultura de la cancelación, por lo que el "progreso" ha pasado a convertirse en un nombre más para nuestro camino a un nuevo oscurantismo, es decir, a la izquierda miserable poco le falta para convertirse en aquella vieja mojigata que otrora hubiese sido panista, y cuando esta lógica junto con la del populismo es combinada con el consumismo, lo que tenemos es poptimismo puro y duro.

El poptimismo se justifica a sí mismo con una narrativa completamente falsa en la que supuestamente los críticos musicales privilegiaban al rock y lo veían como sinónimo de progreso artístico y como el camino a seguir sobre otros géneros populares, y el pop siempre quedaba fuera por motivos de discriminación, intolerancia y otros horribles prejuicios, cosa que es completamente falsa, porque las pruebas empíricas que se encuentran en las revistas viejas muestran que el pop siempre gozó de buena reputación frente a los críticos, y que más bien el poptimismo es una narrativa que busca justificar al consumismo estúpido de los fandoms de gente como Taylor Swift o de las boybands/girlbands asiáticas con argumentos hípermoralistas y populistas, es decir, su consumismo queda justificado como si se tratase de una virtud ética, moral o hasta política donde el victimismo juega un papel importantísimo en dicha narrativa, por lo que aquí no puede faltar la política identitaria, y para prueba de ello está el desafortunado y estúpido incidente del verano de 1979, en el que a un locutor de radio de Chicago, Illinois, se le ocurrió hacer la broma de convocar a una quema de álbumes y sencillos de música disco en el medio tiempo de un partido de beisbol y la gente se lo tomó en serio con el fin de ir a echar desmadre, no obstante, en las reinterpretaciones poptimistas, este hecho se ha convertido en sinónimo de las ideas "retrógradas", "intolerantes", "prejuiciosas" y "conservadoras" del público rockero, pues según este revisionismo histórico, esa noche, los rockeros demostraron ser los patanes más homofóbicos, racistas y sexistas que existen, es decir, para el poptimista, el rockero es un personaje oscurantista y malvado que casi casi preferiría vivir en las épocas del puritanismo protestante mientras que el popero es sinónimo de "progreso", "tolerancia" y "modernidad", y es en esta lógica donde radica el verdadero oscurantismo, pues esta narrativa apuesta por una lógica fascista, tal y como la formuló el mismísimo Martin Heidegger con su concepto de "enemigo", (y que quede claro que este post NO intenta desacreditar o restarle mérito a Heidegger como filósofo, pero sí señalar que al estar involucrado con el partido nazi, también compartió sus prejuicios ideológicos, o mejor dicho, su sentido común), y es que el poptimismo se ha creado a un enemigo con el fin de no tener que lidiar con la verdad de su posición, es decir, el gran legado de la música popular del siglo XX, no fue nada de lo que el crítico, historiador o rockero promedio suele considerar comúnmente, (si uno les pregunta, casi siempre saldrán con que es el rock progresivo, el hard rock, el heavy metal, el punk o el rock alternativo), sino que fue la psicodelia, porque marcó un antes y un después en la historia de la música popular, empezando con el hecho de que fue la psicodelia la que creó la división entre la música "mainstream" o "comercial" y la música "underground", es decir, grupos como los Beatles, los Animals, los Kinks, los Who, los Yardbirds, los Byrds, los 13th Floor Elevators, Grateful Dead, Jefferson Airplane, Cream, la Jimi Hendrix Experience, Pink Floyd, Quicksilver Messenger Service, Moby Grape, Traffic, entre otros, fueron los primeros en prescindir de las fórmulas impuestas por la industria del entretenimiento y en genuinamente pensar su música como arte, y esta escisión con el utilitarismo de las fórmulas industriales fue la que hizo que la música popular tuviese dos corrientes, la comercial/utilitaria y la underground/artística, y la verdad del poptimismo como posición es que lo único que está haciendo es defender a las fórmulas industriales que su único propósito es el de propiciar entretenimiento frente a una realidad tediosa y asquerosa, y es aquí donde las críticas de Theodor Adorno cobran cierta validez, a pesar de estar hechas en un contexto relativamente lejano, pues precisamente lo que señalaba Adorno con respecto a la música popular es que esta estaba diseñada para entretener, no para generar una experiencia artística genuina, y aunque en parte tiene razón, el problema con los postulados de Adorno es que este estaba muy dogmatizado con respecto al "progreso" y precisamente uno de los mayores enemigos del arte ha sido el "progreso", no en el sentido en el que usamos esta palabra cotidianamente, sino porque el dogma del "progreso" es utilitario, y ha servido más que para crear obras genuinamente interesantes, más bien ha servido para vender gatos por liebres, es decir, las obras más imbuidas en el "progreso" son aquellas que tienen un carácter retórico y que realmente no apuestan por el arte, porque si lo hicieran, apostarían por la calidad, incluso si estas no son vistas como "novedosas" o "de moda", y estas son las obras que más solemos experimentar como aburridas, sosas, sin chiste, escuálidas, anodinas y demás, porque su fin no es el de crear una coherencia, sino una retórica, por lo que sí, su fin es totalmente utilitario, y es por eso que el arte moderno y el kitsch responden a un mismo fin pero de formas distintas, es decir, mientras que el arte moderno es arte retórico, el kitsch es pseudoarte decorativo que no tiene ningún propósito más que el de utilizarse, y el verdadero arte, incluso si tenía algún fin utilitario en su concepción, como por ejemplo, numerosa música de protesta, lo que lo hace verdadero arte es precisamente que dicha música pueda trascender a su fin, al punto en el que se haga completamente inútil y esta termine por no responder a ningún fin utilitario, y esta experiencia artística precisamente sucede porque existe un cuidado importante en relación a su calidad por parte de su(s) creador(es), y es por eso que el verdadero arte no necesita ser explicado para ser comprendido, es decir, no necesita de un curador que sea un retoricista extraordinario que cree una explicación, sino que el verdadero arte al ser coherente, se autojustifica y precisamente lo que mucha gente llama "sutileza", va estrictamente ligado a la coherencia, pues esta no es algo que pueda percibirse directamente, puede tardar años en que por fin pueda percibirse, es decir, la coherencia es ese "algo" que hace una obra musical, de pintura, de teatro, etcétera, funcione, es decir, que valga la pena, que sea algo genuinamente memorable, trascendente y bello, que nos haga pensar, que nos ponga en una sublimación sin precedentes, que pueda sacarnos nuestros sentimientos más profundos, y esto es siempre sutil, porque no es perceptible por todos, sino solo por los que han logrado educar a sus sentidos y a su intelecto, esta es la razón por la que por ejemplo, el rock psicodélico suele ser tan desdichado incluso por aquellos "rockeros" cultos como "música de marihuanos", pues su coherencia no radica en algo que pueda percibirse directamente como las fórmulas usadas por los grupos de hard rock vulgar como AC/DC, Aerosmith, Van Halen o Kiss o por lo sentimentaloso de mucho del rock alternativo, sino que precisamente radica en un algo que es lo que le da orden y que una vez percibido esto, escuchar rock psicodélico es toda una experiencia, y es en esta sutileza donde radica el disgusto de mucha gente por el rock psicodélico, esas frases que lo menosprecian al considerarlo "música de marihuanos", "música de drogadictos" o eso de "yo solo puedo escucharlo si estoy bajo los efectos de alguna droga", estas frases solo pueden salir de gente que no puede detectar la coherencia que radica en dicha música, pues sus oídos están acostumbrados a las formulitas que se le han repetido hasta la saciedad, entonces, la verdad del poptimismo radica en que la mayoría del pop que defiende, es música que al estar diseñada para responder a una fórmula impuesta por la industria, como si se tratase de una película pornográfica, carece de calidad y por lo tanto, de legitimidad artística, y es por eso, que el pop también pasa a convertirse en música retóricista, porque solo la retórica y la narrativa pueden justificarla y defenderla, finalmente la retórica y la narrativa se pueden prestar a todos nuestros prejuicios ideológicos.

Otra cosa que habría que mencionar es el anti-intelectualismo inherente al poptimismo, y es que el intento de politizar a la discusión musical por parte de los poptimistas es muy endeble y criticable, pues no parte de una politización bien pensada, sino de una apelación a las emociones y al sentido común sobre el intelecto y la razón, y es por eso que se trata de una politización profundamente reaccionaria y populista, a pesar de que intente aparentar lo contrario, y su uso de las falsas dicotomías de pueblo vs. élites, colectivismo vs. individualismo, tolerancia vs. intolerancia, etc. No solo demuestran su miseria política, sino también un profundo elemento anti-intelectualista, y es por eso que aquí vale recordar este fragmento del artículo Un culto a la ignorancia de Isaac Asimov, escrito en 1980:

"Tenemos una nueva palabra de moda, también, para cualquiera que admire a la competencia, el conocimiento, el aprendizaje y a la maestría, y desea difundirlo por todos lados: a las personas como esas se les llama "elitistas". Esa es la palabra más divertida jamás inventada porque las personas que no son miembros de la élite intelectual no saben ni como pronunciar "elitista". Y tan pronto como alguien grite "elitista", queda claro que esa persona es un elitista de closet que debe sentirse culpable de haber ido a la escuela"

Desde fines de los 70's (o 1981, para ser más específico), se ha usado el término "rockismo"/"rockista", primero como una broma por parte del músico de post-punk Peter Wylie, haciendo parodia a la campaña Rock Against Racism y luego tomada por los críticos musicales del new pop, aunque no con un fin populista y anti-intelectualista, sino que su uso estuvo justificado en aquel momento cuando cierto público rockero despreciaba al glam rock, el new wave, el post-punk y admiraba a Led Zeppelin, Pink Floyd, ELP, Frank Zappa, Henry Cow, etc. No obstante, hacia fines de los 80's, surgió la escena del rave y con ella surgió un neohippismo bastante ingenuo, que de alguna manera fue uno de los verdaderos orígenes del poptimismo, pues aquí ya estaba la lógica populista muy al estilo de la despreciable política gringa en la que sus miembros afirmaban que los "rockistas" eran "individualistas" y por lo tanto opuestos al "colectivismo" del rave, cosa que evidentemente es una falsedad, pues para retomar a Slavoj Žižek, lo que hace falsa a esta disyuntiva es su planteamiento tan superficial y tan vago, es decir, aquí hay que ponerlo en un contexto genuinamente político y filosófico: la idea del individualismo es la de defender nuestros intereses individuales, no obstante, esos intereses al estar compartidos por otros individuos, son colectivos también, entonces, la disyuntiva entre individualismo y colectivismo queda evidenciada como falsa, porque finalmente los intereses individuales no están fundamentados en una lógica solipsista, sino en una colectivista y más bien lo que se opone al colectivismo es la envidia, pues es una actitud muy miserable que puede llegar a ser autodestructiva con el único fin de destruir al que tiene junto, y con esto podemos afirmar que mucho del pensamiento populista está fundamentado precisamente en la envidia, y por ende, el poptimismo también se adhiere a esas conductas miserables, pues precisamente el poptimismo apuesta por la lógica de que existe una totalidad orgánica/libre de antagonismos en la que la tensión solo puede ser introducida por un intruso perturbador externo, en este caso, el "rockista" lo es, y el rock, por lo tanto, se convierte en esa música terrorífica, intrusiva, que introduce al antagonismo por medio de sus distorsionadas guitarras, sus voces desgañitadas y su voluminosa instrumentación, y es precisamente el poptimismo el puente entre Trump y el progresismo liberal: las dos caras de la misma moneda unidas en una sola lógica que apunta a la música, y es por eso que uno no debería de tener miedo de antagonizar con la retórica de moda en las redes sociales en donde el rockero es acusado de repetir las mismas conductas de los viejos conservadores del siglo XX que solían recriminar a sus hijos rockeros por supuestamente escuchar música de "greñudos", "mugrosos", "drogadictos", etcétera y más bien voltearla para afirmar que esa lógica ultraconservadora ha regresado disfrazada de "tolerancia" y "progreso", y que el rockero sigue siendo la víctima de dichos personajes, pues finalmente habría que mencionar que por ejemplo, el reggaeton, los corridos tumbados, el trap y el pop desechable que hoy son defendidos por el poptimismo no solo se justifican mercantilmente por seguir fórmulas sobreexplotadas, sino que también quedan justificadas dentro del hípermoralismo pequeñoburgués, pues finalmente son músicas banales que lejos de hacer pensar, más bien reproducen la lógica reaccionaria del capitalismo, tal y como lo señaló Mark Fisher con respecto al rap y es que el rap, mediante su estética lumpen, de ghetto, sus letras que hablan explícitamente de actitivades delictivas, drogas, dinero, prostitutas, asesinatos y demás, así como sus beats creados en loop, no son más que un llamado al conformismo y una justificación de la mediocridad propia del capitalismo, y lo mismo va, por ejemplo, con las nuevas canciones de "protesta" como Rich Men North of Richmond de Oliver Anthony, porque tanto el rap, el reggaeton, la banda sinaloense y demás, como dicha canción, no proponen nada, son simplemente quejas sin más, es decir, la verdadera música de protesta suele proponer crear uniones de gentes con intereses revolucionarios en común, e incluso canciones más ligeras y menos politizadas como Get Together de Dino Valenti, que iba en protesta contra la guerra de Vietnam, apuesta precisamente a que todos se amaran entre ellos y se unieran para protestar en contra de esta, e incluso la choteadísima Imagine de John Lennon apunta a la misma dirección, por lo que sí, el poptimismo ES profundamente reaccionario y ¿por qué no? Hasta fascistoide, porque finalmente tiene el mismo elemento miserable del nazismo, y en todo caso, también habría que mencionar algo que propuso Žižek hace poco en un artículo reciente para su blog de Substack, y era que la izquierda debía tener una nueva separación sectaria, jacobinista, que fuera en contra tanto de la derecha como de la izquierda miserable -los patiños de la derecha-, y precisamente tanto los rockeros como los críticos musicales deben valerse de su "esnobismo" y separarse de la miseria populista del poptimismo, afirmar que lo "democrático", "pluralista", "tolerante" y "progresista" del poptimismo no es más que una fachada para ejercer los prejuicios más reaccionarios de las mayorías, es decir, el poptimismo no es más que la fascistización de la discusión musical.

Ahora, explicado lo del poptimismo, vamos al punto de este artículo:

¿Por qué defender lo "viejo" y a la "vejez" frente a lo "nuevo" y lo "joven"? Precisamente porque nos encontramos en un punto donde estamos atascados, donde la innovación en el arte se ha convertido en un dogma irrealizable, precisamente porque hemos explotado al 100% al concepto de "progreso", por lo que siempre se buscará transgredir, aunque eso de "transgresión" no solo haya perdido peso, sino que básicamente sea lo que complementa al poder, por ponerlo en términos foucaultianos, es decir, nos encontramos en un bucle ideológico donde la "transgresión" es la mejor forma de mantener al sistema y por lo tanto, ya no tiene nada de subversivo, pues el sistema nos permite abiertamente realizar nuestras fantasías más perversas y lo que termina perdiéndose es el inconsciente, es decir, aquello a lo que no tenemos un acceso directo, y esta es la razón por la que lo "nuevo" no solo no tiene peso, es una carroña de la que se busca comer una carne que dejó de existir desde hace mucho, y por lo tanto, lo único que podemos hacer es aplicar a Žižek en la música, es decir, hay que retirarnos de ese mandato moderno de experimentar por experimentar y enfocarnos en la calidad, incluso si lo que hacemos es lo que ya ha sido hecho, pues lo que estamos haciendo es un ejercicio reinterpretativo que es lo único que probablemente nos pueda llevar a innovar, no obstante, hay que olvidarnos del optimismo, porque estamos también aplicando a Lenin, es decir, arriesgando lo imposible, por lo que debemos olvidarnos de las garantías empíricas y empezar a tocar cosas viejas, olvidarnos de aparentar estar en onda con la chaviza.

domingo, 21 de julio de 2024

Cuando los 13th Floor Elevators se convirtieron en astronautas

 
En 1968, Roky Erickson se encontraba en un frágil estado de salud mental a causa del excesivo consumo de drogas psicodélicas, al punto de que en uno de los últimos conciertos que dió con los 13th Floor Elevators empezó a hablar galimatías, y fue justo en ese tiempo que el grupo se encontraba grabado su tercer disco al que iban a titular Beauty and The Beast, no obstante, el álbum quedó inconcluso cuando Roky fue arrestado por posesión de marihuana y con el fin de no ser encarcelado, alegó locura y tuvo que ser transferido a un hospital psiquiátrico donde recibó terapia de electroshock.

El verdadero tercer disco del grupo, ahora re-titulado Bull of The Woods, salió hasta Marzo de 1969.

May The Circle Remain Unbroken no es simplemente la muestra de que Roky Erickson se encontraba en un frágil estado de salud mental cuando la grabó junto a sus compañeros, sino que Roky hizo una variación de un viejo gospel blanco y llevó a los 13th Floor Elevators a un viaje a través de las estrellas, los planetas, los sistemas solares, las nebulosas, los agujeros de gusano y la vía láctea, y así, junto con los enormes H.P. Lovecraft y su At The Mountains of Madness o los sanfranciscanos Fifty Foot Hose con If Not This Time y Fantasy, los 13th Floor Elevators crearon una obra maestra que es uno de los primeros y poquísimos ejemplos de rock espacial gringo, grabada en 1968 y salida a principios de 1969, justo unos meses antes del alunizaje de Julio de ese mismo año.

jueves, 25 de abril de 2024

Del arte conceptual al poptimismo: Cómo el capitalismo destruyó al arte

Aunque Walter Benjamin tuviese una concepción bastante utilitaria y hasta panfletaria sobre lo que debería ser el verdadero arte, dió en el clavo cuando explicó como el arte pasó de ser una convención universal que unía a la sociedad en un acuerdo mutuo sobre su belleza a mercantilizarse y por lo tanto, a aburguesarse y a subjetivizarse, es decir, con el capitalismo, el arte perdió ese acuerdo colectivo que garantizaba su universalidad a covertirse en un capricho subjetivista que tenía como única función, ser una mercancía más, y esto concuerda con la afirmación de Hegel de que en la modernidad, el arte perdió todo respeto, y es que el proceso de modernización, al mismo tiempo que sostenía la bandera del progreso frente a los viejos tiempos de feudalismo, también trajo consecuencias devastadoras a la sociedad con las dinámicas capitalistas, incluyendo explotación laboral, crisis económicas, hambrunas, antagonismos sociales y nuevas supersticiones como el fetichismo de las mercancías o la ideología y el arte tuvo que adentrarse a las aguas capitalistas también.

Me sé de memoria la típica narrativa que se da sobre el arte moderno, de que como surgió la fotografía, la pintura quedó obsoleta y eso les dió paso a la pintura abstracta, el dadaísmo y el arte conceptual, así como la tonalidad supuestamente quedó abolida con el sistema de tonalidad flotante que dió paso al sistema atonal y luego de esto, vendrían el serialismo, la música concreta, el avant-garde, la música electrónica y el minimalismo, no obstante, hay que eliminar ese optimismo propio de la modernidad que se hacía masturbaciones mentales con el progreso, pues lo que realmente sucedió fue que lo que Benjamin explicó, el arte se convirtió en una mercancía más, por lo que ya no necesitaba del respeto y la contemplación del espectador, sino de una retórica convincente que funcionase de manera mágica (supersticiosa) en la que por arte de magia, cualquier pedazo de mierda pudiese ser justificado y aprovado por "la mano invisible" del mercado, de ahí que con el paso del tiempo, el arte se ha visto involucrado en un asqueroso fraude por parte de habilidosos empresarios que saben vender su basura a precios exorbitantes y por supuesto, nunca pueden faltar los expertos para avalar cualquier estupidez como arte, es decir, el arte contemporáneo está sumamente tecnocratizado y económicamente funciona bajo un esquema completamente capitalista, de ahí que obras tan insulsas, aburridas, mediocres y estúpidas como el plátano pegado con cinta gaffer de Maurizio Cattelan se puedan vender en miles o hasta millones de dólares.

Ahora, la pregunta es: ¿Qué es lo que tiene que ver el arte conceptual con el poptimismo? El título de este post puede parecer extraño, pero definitivamente no debería serlo, pues lo que conecta al arte contemporáneo con el poptimismo es precisamente su plena confianza en "la mano invisible del mercado" y para esto, el escritor y músico escocés Bram E. Gieben dió en el clavo en un artículo para el blog Strange Exiles al afirmar que el poptimismo es el completo abandono de la crítica musical como ejercicio intelectual comprometido a la confianza total en el mercado, es decir, la importancia de un artista musical en la actualidad ya no se mide por medio de la calidad musical y el aporte artístico de sus composiciones, sino de su éxito comercial, es decir, de la popularidad y de las reproducciones recibidas en sitios de streaming como Spotify, Tidal, Deezer, Apple y Youtube, es decir, en la posmodernidad, Taylor Swift es buena no porque tenga talento y escriba buenas canciones, sino porque es una de las cantantes que más han vendido en los últimos años y si uno se opone a esta "verdad absoluta e irrefutable" del mercado, entonces uno es inmediatamente etiquetado de "misógino", "conservador", "machista", "intolerante" y "retrógrada", y eso es lo que sucede con el "arte" conceptual, pues al igual que Taylor Swift o cualquier cantantucha de pop que la haya precedido o que le siga, un "artista" conceptual puede hacer cualquier pendejada que se le ocurra en el momento y no importa si esta pendejada carece de coherencia y valor estético, el hecho de que haya complicidad entre el "artista" y los expertos, es suficiente como para que un curador pueda crear toda una retórica panfletaria y políticamente correcta para que "la mano invisible del mercado" haga su propia "magia" al convertir a un pedazo de mierda en "arte" (o mejor dicho, en una mercancía que funciona para lavar asquerosas cantidades de dinero) y si uno se atreve a criticar a un sistema tan rígido y estúpido que carece de toda honestidad intelectual, por supuesto que será tildado de "ignorante", "estúpido", "retrógrada", "conservador", "mentecato", "reaccionario" y demás bonitos términos, y es aquí donde uno debe aclarar que a pesar de toda la diarrea verbal "izquierdista" que los curadores crean como justificación a unas obras tan insulsas y que los derechistas intenten negar su involucramiento en ello, el arte contemporáneo es por definición la miseria política de la derecha hecha teoría "artística" y eso lo único que puede producir es basura desprovista de todo valor artístico.


No es difícil cruzarse caminos por internet con algún cretino que se defina como "libertario", "objetivista", "minarquista" o "anarcocapitalista" y que en alguna publicación con respecto a Marx y sus teorías sobre el trabajo y el valor salgan con la ridiculez subjetivista de que el valor es "subjetivo", es decir, que para ellos, el sujeto es el que les atribuye valor a las cosas y no las condiciones materiales subyacentes como el tiempo invertido en la producción de mercancías, y es aquí donde afirmaciones tan estúpidas como "el arte es subjetivo", "el valor artístico es subjetivo", "la belleza está en el ojo del espectador" y demás, sacan a relucir su raigambre miserable, pues así como para los "libertarios", el valor de las mercancías es "subjetivo", para el "artista" contemporáneo, la estética y el valor artístico no solo quedan desacreditados, sino que terminan siendo relativizados hasta tal punto en el que no tengan ninguna importancia, pues finalmente la obra no es más que una mercancía que sirve para hacer enormes lavados de dinero y lo mismo va para el poptimismo, la pseudocrítica que ha surgido en sitios como Metacritic y Rate Your Music en donde cualquier iletrado puede reseñar los discos que tiene en su colección, han destruído al crítico musical profesional que se toma el tiempo para escuchar la música, analizarla y criticarla, pues lo que ha hecho la pseudocrítica poptimista es precisamente tecnocratizar y mercantilizar a la crítica musical, es decir, lo que hacen sitios como Metacritic y Rate Your Music es interpelar al espectador como un pequeño experto que efectivamente puede expresar su opinión sin temor a ser reprendido por ello, pero para esto, es necesario que este pequeño experto sea un negacionista del valor artístico y de la calidad musical y que sea un sacerdote de su dios "la mano invisible del mercado", porque finalmente será esta la que decidirá qué es lo bueno y qué es lo malo de acuerdo al éxito comercial de un artistucho y es aquí donde surge el penoso concepto de "inmunidad crítica", pues al no tener criterios, juicios o valores para criticar a la música y el único que tiene la autoridad para hacerlo es el mercado, el crítico se convierte en una especie de ser indeseable y ofensivo que no entiende los misteriosos movimientos de su deidad animista o sujeto supuesto a saber que es "la mano invisible del mercado", y que por lo tanto, está lleno de obsoletos y retrógradas prejuicios que, según estos mentecatos, generalmente tienen que ver con algún trauma o algún rencor personal, y por lo tanto, en este mundo posmoderno, el crítico se convierte en un "fundamentalista" con una actitud "beligerante", tal y como una mediocre entrevistadora ecuatoriana le dijo a la crítica mexicana de arte Avelina Lésper durante una entrevista.


Cuando veo a un derechista criticar tanto al arte moderno como al arte contemporáneo, no puedo hacer más que tomarlo como una broma de mal gusto, pues si existe algo que todo derechista defiende son las dinámicas del capitalismo, que fueron las que le dieron origen a ambos artes y también son el origen del poptimismo, y por lo tanto, esos supuestos enemigos contra los que pelean esos conservadores ingenuos, no son más que la otra cara de la misma moneda, pues si algo he podido dejar en claro con este breve artículo es precisamente que tanto el arte contemporáneo como el poptimismo son el paraíso laissez-faire trasladado al mundo del arte, por más que los fascistas ingenuos se digan defensores de las bellas artes frente a la decadencia del arte contemporáneo e incluso cumplan con lo que Walter Benjamin llamó "la estetización de la política", la derecha nunca podrá deshacerse de ese lazo que la une con Yoko Ono, Damien Hirst, Banksy, Yayoi Kusama, Marina Abramovic, Peter Campus, Maurizio Cattelan y demás, no obstante aquí surgiría la excelente pregunta: ¿Por qué, si el arte contemporáneo es esencialmente derechista y capitalista, suele ser tan defendido por los izquierdistas? Pues como dije en el artículo anterior, aquí se encuentra lo que yo diría que es uno de los precursores directos de la izquierda miserable, que es toda esta alabanza y justificación del arte moderno por numerosos y prominentes izquierdistas, y es que si hay algo que sigue con cierta prominencia en la izquierda, es esa defensa obsoleta al mito y dogma del "progreso" y precisamente, este optimismo ingenuo fue con el que la modernidad logró instaurarse en el mundo entero de manera exitosa, y muchos marxistas, aún siguen persiguiendo ese sueño guajiro del "progreso", aunque hoy esté comprobado que no fue más que una mentira y que por lo tanto, todo marxista que se respete, debe abandonar ese mito por su propio bien, si es que no quiere pasar al lado de la izquierda miserable.

lunes, 22 de abril de 2024

Los verdaderos bufones de la derecha populista y el capitalismo

La miseria política es un concepto que inventé yo y básicamente se refiere a prácticamente todo lo que conforma a la derecha, es decir, la derecha es miserable por definición, y una izquierda miserable es una izquierda derechizada o fascistizada, y aunque su orígen más próximo es la caída del muro de Berlín y la lamentable declaración de Francis Fukuyama sobre "el fin de la historia", la verdad es que hay muchos precursores de la izquierda miserable, entre ellos la defensa de algunos marxistas al arte moderno y al arte conceptual, así como a la música atonal, algo a lo que le dedicaré un artículo aparte, aunque bueno, esto puede que no sea propiamente un gesto de adopción de la miseria política, sino un gesto de ingenuidad o de provocación gratuita, no obstante, quienes de verdad comenzaron ese proceso de fascistizar a la izquierda fueron los mentados "progres" y en algo en lo que atinaron los viejos marxistas colombianos fue en señalar al Unirismo (el partido de la izquierda progresista) como el agente fascistizante de la izquierda y ahora podemos confirmar que eso es una verdad tanto fáctica como filosófica, el progresismo fascistizó a la izquierda al insertar a las políticas de la identidad, la teoría queer, el hípermoralismo burgués de la corrección política y la cultura de la cancelación, a un contexto "izquierdista" y con la caída del muro de Berlín, la izquierda fue adoptando cada vez más esa fascistización hasta el punto de volverse descaradamente fascista como el gustavobuenismo español y el nazbol ruso, así como también podríamos contar a las pseudoluchas como el EZLN, al terrorismo rojoe incluso al ecovandalismo actual que busca destruir obras de arte en los museos a "modo de protesta" y hasta los graffitis de mierda de Banksy, por lo que podemos sacar la conclusión de que una izquierda derechizada es una izquierda miserable y una izquierda miserable es simplemente la prueba de que la izquierda está en un estado deplorable.
 Hace poco en mi (no tan) querido México, surgió la controversia cuando unos gringos que estaban presenciando un concierto de cuerdas en un hotel en Puerto Vallarta, Jalisco, fueron interrumpidos por una banda sinaloense y su espantosa música, y pronto con la noticia en circulación, el hotelero y empresario Ernesto Coppel Kelly se quejó de que las bandas sinaloenses estaban alejando a los turistas de las playas de Mazatlán y por lo tanto, de sus hoteles, por lo que pronto en las redes sociales empezaron a surgir debates de como las bandas sinaloenses "estaban combatiendo a la gentrificación extranjera" y de que por ello, el género como tal, era "el nuevo punk", pero en este artículo, nos encargaremos de dar las peores noticias a la izquierda miserable y por lo tanto, será una nueva crítica.

El debate sobre como las bandas sinaloenses supuestamente estaban acabando con la gentrificación extranjera, lejos de hacer visible un problema real, más bien se inventó uno con un enemigo empírico, muy al estilo de los populismos de derecha que hoy están en boga en muchos países y lo que realmente visibilizó es el complejo de inferioridad, la xenofobia y el chauvinismo tan propios del mexicano promedio y por lo tanto, aquí sí se podría contradecir al presidente Andrés Manuel López Obrador con eso de que "el pueblo es sabio", pues más bien, el pueblo tiene arraigados muchos prejuicios que le fueron sembrados gracias a más de 70 años de gobiernos de la derecha más miserable, tiránica y putrefacta que encabezan los partidos más detestables de México: el PRI y el PAN, y con esto, los prejuicios fascistoides del mexicano quedaron al descubierto y son defendidos por una izquierda carente de un proyecto político viable que cada vez se vuelve más cercana a la derecha y es que lo que se esconde detrás de este rechazo a los extranjeros es precisamente el mismo prejuicio y el mismo miedo que la derecha populista ha sabido explotar a su conveniencia, no obstante, esto se conecta también a que uno de los prejuicios que la ideología mexicana ha guardado en su corazón durante décadas es el odio a los españoles y el odio a Estados Unidos, todo esto guardado en una retórica pseudo-marxista que habla del colonialismo y el imperialismo, y todo esto empezó entre los 30's y 40's, cuando el fascismo tuvo su auge en México, dando lugar al partido Sinarquista y a movimientos religiosos tan cuestionables como el de la "mexicaneidad", que era básicamente una mezcla de misticismo sincrético europeo proto-new age con fascismo a la mexicana, en el que se tomaba la estupidez de Rousseau del "buen salvaje" y se combinaba con el populismo fascista de encontrar al enemigo en el "invasor" extranjero, y esta misma retórica evolucionó hasta esconderse en una retórica pseudo-marxista que fue adoptada por numerosos personajes de la izquierda miserable como Carlos Monsiváis, Rius y toda la camada políticamente correcta de los Estudios Culturales y el Decolonialismo, incluyendo a su sacerdote mayor, el argentino Enrique Dussel, y fue esta izquierda miserable que ya estaba zambutida de ideas y prácticas derechistas la que ayudó al PRI a censurar a la contracultura sesentera y a Avándaro por considerarlos como un "agringamiento" de la juventud mexicana, y esto es precisamente a lo que huele ese resentimiento patético contra los extranjeros "gentrificadores", a esa izquierda miserable que a la primera abraza a una ideología fascistoide de corte ultranacionalista ante su falta de un proyecto político y económico viable y que esconde su derechismo de closet bajo una retórica marxistoide justificadora de sus prejuicios ultranacionalistas, xenofóbicos y chauvinistas.

La izquierda miserable está pavimentando el camino para que la derecha populista termine ganando en el 2030, y la verdad es que no me puedo imaginar a un personaje tan detestable como Gabriel Quadri, Lilly Téllez, Ricardo Salinas Pliego, Sandra Cuevas, Xóchitl Gálvez o Alito Moreno en la silla presidencial, por lo que Claudia Sheinbaum tendrá que hacer un buen trabajo como presidente del sexenio que nos espera para garantizar que la derecha populista no tenga oportunidad de ganar en el siguiente sexenio que durará del 2030 hasta el 2036, y es por eso que la izquierda miserable es la enemiga de todo izquierdista genuino, porque representa a la fascistización de la izquierda y por lo tanto, la izquierda deja de ser la alternativa y se convierte en la bufona tanto de la derecha como del capitalismo.

Unos de los casos más directamente notorios de una izquierda miserable es la adopción descarada de elementos fascistas, como lo son los del nazbol ruso y los de la izquierda gustavobuenista española, de la cual forman parte dos personajes bastante despreciables llamados Santiago Armesilla y Julen Robledo, los cuales buscan combinar el falangismo de closet del filósofo español Gustavo Bueno con una retórica pseudo-marxista, y para el iletrado que me diga que no es cierto, hay suficiente material para confirmar que Armesilla, además de no comprender al marxismo correctamente, su mayor causa es una de corte evidentemente falangista, pues lo que afirma es que quiere recuperar la vieja "modernidad alternativa" española, es decir, una de corte medieval (sí, porque el renacimiento es indudablemente medieval) y es aquí donde uno tendría que recordarle que es precisamente el mismo discurso que pupula entre la camada políticamente correcta de los Estudios Culturales y que quien lo empezó fue nadie más, ni nadie menos que el mismísimo Adolfo Hitler, quien propuso una modernidad sin su exceso (los judíos), por lo que los pobres gustavobuenistas dejan en claro que a pesar de que ladren contra las "izquierdas indefinidas", ellos mismos se encuentran en ellas, pues la idea de las "modernidades alternativas" es precisamente de corte populista, por lo que su estúpida retórica de "no somos anticapitalistas, somos postcapitalistas" lo único que deja en claro es que son los bufones de la derecha populista, que lejos de querer cambiar las cosas como todo izquierdista genuino quiere, más bien buscan conservar las dinámicas propias del capitalismo pero sin el enemigo externo que funciona como el intruso perturbador, por lo que la "izquierda" gustavobuenista es un fracaso como izquierda, porque huyeron de la dialéctica hegeliana para caer en una versión gachupina del nazbol y lo peor es que un tipo como Diego Ruzzarin, quien fue capaz de dejar como el charlatán que era al vendedor de humo Carlos "el master" Muñoz durante un pseudo-debate y por lo tanto, de dar la apariencia de ser un izquierdista honesto, ahora se ha convertido en el lazarillo de Santiago Armesilla y cada vez es más ridículo (y decepcionante) ver como el tipo defiende la misma retórica miserable de los gustavobuenistas y si eso no es poco, verlo también lamerles las botas a países ruines como Rusia, China y Singapur, así como mofarse de Greta Thunberg, es muestra de que el brasileño ya no es lo que fue y que al igual que muchos marxistas trasnochados, hoy se encuentra en una posición miserable y bufonesca.

Hace algunos años, un izquierdista miserable de Estados Unidos llamado Gabriel Rockhill tildó al filósofo esloveno Slavoj Zizek como "el bufón de la corte del capitalismo" en un artículo risible y patético, no obstante, la izquierda miserable es la que se ha ganado a puso ese título, pues su abrazo a las políticas y prácticas propias de la derecha han hecho que la izquierda se haga tan miserable como la derecha y por si no fuera poco, algo que debería aterrarnos a todos es que la propaganda de Rusia y China ha surtido efecto en la izquierda miserable latinoamericana, y eso se ha notado desde su rechazo a Greta Thunberg como activista ecológica con el argumento de los asesinatos de los activistas ecológicos indígenas hasta su apoyo total a Rusia cuando en una táctica completamente imperialista, fundamentalista y fascista invadió a Ucrania al más puro estilo de los Israelíes en Palestina, y ahora este reavivamiento del odio hacia los extranjeros gringos "gentrificadores" huele asquerosamente a la propaganda de la escoria que hoy es presidente de Rusia, Vladimir Putin y eso es muy triste y doloroso, pues gente que parecía honesta y genuina como el youtuber brasileño radicado en Monterrey, Nuevo León, Diego Ruzzarin se ha unido a la izquierda miserable gracias a su amistad con el despreciable Santiago Armesilla, e incluso algunos amigos me han llegado a dar argumentos lamentables como este: "Los rusos y los chinos son unos gandallas, pero no hay peores gandallas que los gringos y los británicos, por lo que si cae el imperialismo gringo, nuestro país se unirá a Rusia y China, y prosperará", cuando, de hecho, está bien demostrado como las políticas imperialistas y neofascistas de Rusia y China han llevado a la ruina a varios países, pues la táctica es infundir primero el miedo y luego el fundamentalismo religioso combinado con ideologías que hablan directamente de limpieza étnica, y si en verdad queremos librarnos de un monstruo abominable, lo primero que debemos es mandar al carajo a la izquierda miserable junto con sus ridiculeces de la corrección política, el decolonialismo, el lenguaje inclusivo, la teoría queer, la cultura de la cancelación, las modernidades alternativas, nacionalismos y demás, y no tener miedo de ponernos a pensar para intervenir en el panorama político.

viernes, 16 de febrero de 2024

El posero de hoy es el true del ayer

 
Enfermo (otra vez) por la misma maldita gastritis con reflujo que me atacó como infección en el estómago por primera vez en la primavera del 2013, he tenido que estar la mayor parte del tiempo, encerrado en mi casa con tos, flemas y mocos, no obstante, no he caído en el completo aburrimiento porque he estado platicando con un amigo muy querido por medio del WhatsApp y ha sido en estos días que nos hemos estado burlando de la imbecilidad del "rockero" y del "metalero" promedio, que lejos de ser auténticos, más bien siempre terminan demostrando que son unos fantoches iletrados que escasamente conocen al género musical que supuestamente les gusta, y lo peor de esto es que no se limita a esa fanaticada macuarra que ronda entre los 20 y los 60 años de edad que trae sus playeritas negras con el logo o la foto de algún grupo y que asiste todos los fines de semana con sus "valedores" a los arapientos y pestilentes toquines de rock urbano para empedarse o drogarse con alguna sustancia ilegal, sino también a los miembros de muchos de los grupos que admiran, como es el caso de las niñatas de The Warning, que en una entrevista hecha por Hugo García Michel (tipo nefasto, por cierto) para Los Ángeles Times, donde este les preguntó sobre su opinión con respecto a bandas clásicas como los Beatles, los Rolling Stones, los Who y los Kinks, a lo que no supieron qué contestar, y esto, por supuesto que si uno tiene el hocico para alardear lo "rockero" que es, debería ser alarmante, porque lo que tenemos aquí es el producto de toda esa pútrida mezcla de anti-intelectualismo, anti-intelectualidad y denkverbot tecnocrático, pues la ignorancia de estas mocositas es muestra de cómo la cultura rockera y metalera se ha degradado hasta tal punto que ni siquiera los supuestos ídolos pueden responder a una simple pregunta de cultura general, pues precisamente una pregunta como esta debería ser la prueba definitiva para una persona que alardea de ser "rockera" y esta no quede en ridículo, y The Warning no pasó la prueba, y aún así, son aceptadas por un público... Que es igual de ignorante que ellas, y por favor, no me vengan con que si falta acceso a la información o algo por el estilo, las chavillas habiendo nacido en una familia burguesa de Monterrey, Nuevo León, por supuesto que tenían acceso al internet y bien pudieron haber construido una base de datos que tal vez pecara de básica, pero importante para no quedar como idiota, porque finalmente García Michel (que las idolatra, por cierto) no les preguntó sobre algo tan extraño y poco común como la psicodelia que suelo publicar en mi blog principal, es decir, no les estaba preguntando sobre Phil Pearlman y The Beat of The Earth, les estaba preguntando por las bandas históricamente más importantes de los 60's y que fuera de los gustos personales, de ninguna manera se les puede restar importancia.

La ignorancia del "rockero" promedio está lejos de ser una cuestión de falta de acceso a la información o algo por el estilo, porque si algo bueno ha traído el internet, es precisamente que esa barrera a la información ha quedado destruida, ya no vivimos en la época donde los gobiernos controlaban por completo la circulación de la información para favorecer a las clases altas y de hecho, los usuarios de internet hemos creado una forma de comunismo de la información por aquí al poder compartir, aunque sea de manera ilegal, cosas como música, libros, pinturas, videos y demás, lo que también ha sido un enorme golpe a los medios de comunicación tradicionales, por lo que deberíamos afirmar sin temor a equivocarnos que la ignorancia en la actualidad se debe, más que nada a la ideología y algo que debemos entender es que la ideología en la actualidad NUNCA es directa, sino que aparece como si fuese lo opuesto a una ideología, pero eso lo explicaré más tarde en otro punto que está estrictamente vinculado a ello.

Yo como millennial nacido en 1994, a pesar de despreciar profundamente lo que me tocó en mis años mozos (en este año cumplo 30), no estuve completamente alejado de lo que pasaba a mi alrededor, por lo que conocí bastante bien las moditas de aquellos entonces, incluyendo a los asquerosamente ñoños y cursis otakus, cosplayers, frikis, gamers y geeks, así como también conocí a los emos, a los hipsters, a los reggaetoneros y a los metaleros, y de todas estas "tribus urbanas", ninguna se salvó de ser patética, no obstante, tanto los "rockeros" y los "metaleros" de aquel entonces eran gente bastante miserable en general, porque muy a pesar de que en aquel entonces sí hacían algún intento de defender a sus culturas y de poner algún tipo de restricción para los forasteros o mejor dicho, los poseros, no obstante, con el paso del tiempo he cuestionado si en verdad esos tipos defendían a su cultura o si nada más eran gente miserable con ganas de hacerles la vida negra a otros, porque cabe destacar que muchos nos convertimos en trolles y nos divertíamos al molestar a la gente en foros, redes sociales y demás, y he podido confirmar varias veces que muchos de ellos no han podido dejar esa actividad tan miserable y estúpida, y aquí la duda que me queda es: ¿Ese estúpido trolleo y ciberbullying realmente sirvieron para algo? He podido confirmar que muchos de mis ex-compañeros de jodedera han sacado el cobre y han llegado a confesar que les gusta alguna música asquerosa, ya sea pop chatarra, reggaeton, banda sinaloense, norteño, corridos tumbados, balada romántica macuarra de los 80's, etc. Y por lo que veo, suelen burlarse cínicamente de su pasado, un rasgo profundamente ideológico, pues como han llegado a teorizar los filósofos Slavoj Žižek y Peter Sloterdijk, vivimos en una época donde la ideología (en el más profundo sentido marxista de la palabra) ya no es directa como en los siglos anteriores ("Sé un buen padre", "sé un buen ciudadano", "esfuérzate", "sacrifícate por tu patria", "ve a la iglesia", etcétera) sino que ahora consistente en que el sujeto responde al llamado interpelatorio tomando una distancia cínica en la que afirma que él es un agente libre, autónomo, con una riqueza interior invaluable y que por lo tanto, es irreductible a ser la marioneta de alguna ideología exterior, y así, esta versión de la ideología actual es la que se hace llamar "poptimismo" y hay que dejar en claro que es una mentira total, que no solo sirve para mantener funcionando a una forma de totalitarismo (un exceso de relativismo político), sino que sigue la misma lógica imperialista-colonialista de los estudios culturales, el decolonialismo y demás. Y es que algo que hay que entender sobre las conquistas y el colonialismo es que su funcionamiento está muy lejos de ser como lo solemos imaginar o como nos lo presentan las películas o incluso algunos libros, donde, por ejemplo, cuando se habla de la conquista española en México, casi siempre ponen a los indígenas sufriendo una terrible pérdida de sus raíces que fueron arrancadas gracias a la violenta imposición de la cultura y los valores judeocristianos-europeos de la baja edad media por medio de los españoles, cosa que de hecho fue muy diferente, porque si bien, es cierto que los españoles "impusieron" su religión y su idioma a los indígenas del Anáhuac, lo que debemos tener en cuenta es que los valores y la cultura mesoamericana estuvo muy lejos de desaparecer, porque finalmente los españoles no eran idiotas y sabían que si se lograba una igualdad cultural con los indígenas, la colonia española no iba a durar mucho y la rebelión de los indígenas iba a estar completamente justificada por medio de la imposición total de la cultura europea, por lo que los españoles dejaron que el catolicismo quedara sincretizado con la cultura mesoamericana y que los valores de aquella desaparecida civilización quedaran intactos, no es de extrañarse que hubiese muchos abates católicos que defendían abiertamente a los indígenas y a su cultura, pues esa era la forma en la que el colonialismo se justificaba, y de una manera prácticamente idéntica, los británicos justificaron su colonialismo en la India, al hacer que algo que estaba en vías de extinción gracias al imperio Mogol como el varna ashram-dharma o sistema de castas volviera con feroz potencia al volver a editar el infame libro védico Las Leyes de Manu y al defender hasta la saciedad la infinita sabiduría de los campesinos hindúes frente al egoísmo occidental de los británicos, por lo que no nos debería quedar duda de la película de Victoria y Abdul es pura propaganda colonialista y esa es precisamente la función del poptimismo, es la forma en la que se reniegan las raíces rockeras y uno supuestamente privilegia a los géneros que otrora fueron "despreciados" por nosotros los rockeros, es decir, es un acto de falsa humildad por parte de ese sector que supuestamente fue "true" hace años y ahora, "humildemente" quiere hablar en nombre de lo imposible y hasta afirma que le gusta la música de mierda para cumplir con el estúpido mandato del superyó políticamente correcto de "enmendar nuestros errores", de ahí que el título de este artículo esté plenamente justificado.

Es aquí donde uno debe cuestionar directamente la labor del "true" en el rock y el metal, porque en este extraño repaso histórico que he hecho, hemos visto que su labor como gatekeepers ha sido deficiente y muy cuestionable, pues el gatekeeping es una actividad necesaria para que un movimiento, grupo o cultura mantenga la integridad necesaria no solo en la cuestión musical, sino también en la cuestión sociocultural, y que quede claro que no es una justificación a algún tipo de "elitismo", sino que la apertura también tiene sus límites y es por eso que un ejemplo de esto es como todo un ala del espectro político hoy está en decadencia gracias a la apertura con la burguesía y su dañina y reaccionaria influencia, y es por eso que hoy tenemos a una izquierda miserable, pues eso es lo que está pasando con la influencia del poptimismo en los movimientos socioculturales del rock y el metal, que gracias a la estúpida apertura hippie de los "trues" que han tenido en los últimos años, el movimiento se ha ido degradando a una versión miserable de estos, es decir, a un remedo, a una caricatura y el analfabetismo funcional se ha convertido en algo alarmante, pues que hoy exista toda una bola de idiotas repitiendo como loros "los Beatles son los One Direction de los 60's" o alguna payasada por el estilo, o que los "rockeros" de las nuevas generaciones los identifiquen con su legado más popero y comercial en lugar de hacerlo con su legado rocanrolero es muestra de que los "trues" no fueron lo suficientemente radicales en su cerrazón contra los poseros y más bien dejaron en claro que ser "true" es ser otra forma de posero y no un gatekeeper genuino.

Y bueno, es aquí donde ustedes me podrían preguntar: ¿Y qué esperabas de estos imbéciles? Si son los que siempre tuvieron a bandas de mierda como Kiss, Metallica, AC/DC, Aerosmith, Van Halen, Poison, Megadeth, Guns and Roses y demás en un altar, y tienen razón, los "trues" a pesar de su alarde sobre su "autenticidad" también siempre fueron unos iletrados musicales, y yo me acuerdo perfectamente porque estuve ahí, cuando fue su era de oro en el internet que fue entre el 2008 y el 2012, y a pesar de que yo también le entré al relajo de trollear gente al decir cosas que fácticamente eran incorrectas para hacer enojar a gente que ni conocía y yo burlarme de ella, de lo que pude darme cuenta es que en el esnobismo de esta gente estaba su analfabetismo musical, es decir, la mayor parte de los "trues" suelen creerse "cultos" y "exquisitos" por conocer algo que la gran mayoría no conoce, sin importar que la calidad de tal hallazgo pueda ser de calidad cuestionable, pero a ellos lo que les importa es fingir algo que no son y con el simple hecho de conocer algo que las masas no conocen, ya se sienten paridos por el esfínter de Dios, y no es de extrañar que muchos de estos "trues" se hayan convertido en pseudo-arqueólogos de rarezas sesenteras y setenteras y se presenten como "expertos" en la materia, cuando de hecho, ignoran la historia y la cultura del género que dicen que les gusta, por lo que no es de extrañar que estos tipos suelan introducir un buen de ooparts y anacronismos a sus respectivas búsquedas.


Los dos memes que ilustraron este artículo fueron creados por aquel amigo que mencioné al principio, y los dos ilustran el mismo problema de maneras distintas, por lo que me permitiré hacer un pequeño análisis del meme:

La posición de gatito con lentes es defendible, porque se ha esforzado en escuchar con atención dos discos de los Beatles y tiene un interés genuino en ampliar su conocimiento, las posiciones de los otros tres son miserables e indefendibles, porque pasaron por desapercibido el interés del gatito por ir más allá y en lugar de eso, menosprecian su esfuerzo, el leopardo demostrando la típica ignorancia del "rockero" promedio que afirma que "los Beatles son los One Direction de los 60's" y que "los Rolling Stones sí son rock macizo", a pesar de que los Rolling Stones, fuera de la publicidad que se les ha hecho toda la vida, distan mucho de ser una banda de rock genuina, de hecho, lo más correcto sería afirmar que se trata de una banda de rhythm and blues que ha hecho algunas tímidas incursiones en el rock, pero que de ninguna manera tienen el sonido tan cargado de guitarras que ahí sí, siempre tuvieron los Beatles a pesar de sus experimentos con la música clásica, el vaudeville, el folk, el country, el pop, la música clásica de la India y otros géneros que no llevan la sobrecarga guitarrera del rock, por lo que a los Beatles sí se les puede considerar como una banda genuina de rock, y sé que algunos me dirán que me estoy contradiciendo con el punto donde mencioné que a los grupos más importantes de los 60's no se les puede restar importancia, no obstante, no lo estoy haciendo, pues una cosa es afirmar que los Rolling Stones no son rock y otra es restarles importancia histórica, también habría que criticar al tigre fan del metal progresivo y el djent, el cual, como diría el compositor holandés Eduard DeBoer, se encuentra todavía defendiendo el obsoleto dogma del progreso en la música, es decir, su defensa de dichos géneros se basa en su complejidad técnica y no en su contenido musical genuino, y es por eso que su recomendación es cuestionable y criticable, porque lejos de escuchar a la música por su contenido y calidad, la escucha solo por la destreza o la habilidad de los instrumentistas, y el León es el más analfabeto de todos, es el imbécil que probablemente odia al rock por puros motivos políticamente correctos y que como los corridos tumbados y el trap gozan en la actualidad de mucha popularidad con los jóvenes, entonces son "el nuevo rock", lo cual no solo es risible, sino que es muestra de su enorme ignorancia al no contemplar que la importancia del rock en la música popular sobrepasa al aspecto efímero de las modas y que de hecho, esto sucede por la abundante calidad que existió en el género desde sus orígenes a principios del siglo XX hasta su última época de enorme popularidad que fueron los 90's, cosa que por supuesto, no excluye al hecho de que también tuvo sus bodrios, pero eso no es lo importante, sino que su analfabetismo confunde a la popularidad temporal con importancia y no se da cuenta de la universalidad que ha generado el rock.

Y comentando los memes, otra actitud estúpida que debe ser criticada y denunciada como puro postureo es precisamente esa tendencia ridícula de ver a los remedos de rock o metal hechos por los grupos de "norteño progresivo" como ejemplos admirables, porque lejos de serlo, estos grupos no tienen ni la más mínima idea de cómo construir una melodía bien hecha, ni tampoco saben ejecutar correctamente sus instrumentos, por lo que sus intentos de introducir elementos de rock o de metal no quedan más que en el nivel de pobres imitaciones, lo mismo con el blando y aburrido proyecto "metalero" de Christian Castro.

martes, 14 de noviembre de 2023

El poptimismo, la melomanía y la teocracia del gusto

En el artículo anterior hablé sobre cómo los Youtubers dedicados a hablar de música se han dedicado a divulgar una forma acrítica y anti-intelectual de entender a la música, y todo eso no es exclusivo del YouTube, sino que forma parte de un fenómeno mucho más grande y sistémico, que involucra, para empezar, a un analfabetismo funcional en el que la comprensión musical es prácticamente inexistente y el espectador queda reducido a ser un consumidor pasivo, y hoy me dedicaré a ahondar más a fondo en este fenómeno al que en la crítica musical se le conoce como "poptimismo" o "popismo", así como también en el concepto de "teocracia del gusto" y en lo que se suele conocer en los países hispanohablantes como "melomanía", ya que son tres cosas interconectadas y que funcionan al mismo tiempo, al punto de que generalmente sus líneas divisorias se hacen indistinguibles.

Alguna vez se le preguntó al poeta alemán Heinrich Heine sobre el porqué el hombre moderno no puede construir una catedral gótica y él respondió: "La gente de aquellos tiempos solía tener convicciones, nosotros los modernos sólo tenemos opiniones. Y se necesita más que una simple opinión para construir una catedral gótica" y eso es precisamente lo que sucede en nuestros tiempos, la opinión se ha elevado a un nivel incuestionable y no porque sean tomadas como verdad, sino como un valor "democrático" que no debe ser cuestionado o criticado, ya que (supuestamente) sería nuestro camino al totalitarismo, pero ¿Es verdad? La respuesta es un rotundo NO, de hecho, esta neutralidad es el verdadero camino al totalitarismo, ya que a pesar de que se presenta como una universalidad que busca juntar todos los puntos de vista posibles y que por lo tanto -en teoría- nos daría una democracia efectiva, en realidad es un callejón sin salida, pues a pesar de que nos hace percibir que al tener una supuesta "libertad de opinión", de decir abiertamente qué nos gusta y qué no, en realidad es una limitación a que efectivamente podamos ejercer tanto el análisis como el pensamiento crítico a la hora de escuchar música, es decir, esta "democracia" o "libertad de opinión" es muy similar a lo que sucede en el panorama político actual, que en gobiernos cada vez más tecnocratizados, y por lo tanto, más tiránicos y totalitarios, se nos hace percibir a nuestra falta de libertad como si fuese libertad de facto, es decir, se nos dice que estamos ejerciendo nuestra libertad al poder elegir entre un pastel de chocolate y uno de fresas con crema, pero lo que oculta esta falta de libertad es el hecho de que las administraciones asépticas de los tecnócratas limitan nuestra libertad efectiva a la hora de eliminar toda posibilidad de involucrarnos en la política y de pensar crítica y filosóficamente en el panorama político actual por medio de su fetichismo del conocimiento, y es por eso que la opinionitis no es realmente una pluralidad o una democracia, sino una tecnocratización de nuestra percepción sobre la música y por lo tanto, una forma de anti-intelectualización también.

La nueva corriente de crítica musical que empezó en los 2000's, que fue bautizada como "poptimismo" por el crítico musical inglés Simon Reynolds, supuestamente nació como una necesidad de romper con la vieja crítica musical que supuestamente ponía en el mayor valor posible al rock frente a otros géneros de la música popular como el pop, la música disco y el rap y buscaba la integridad artística en los grupos de rock, así como también supuestamente se oponía abiertamente a la sobreproducción, al video musical coreografiado y demás, a esta crítica se le bautizó como "rockismo", no obstante, algo que habría que afirmar es que el "rockismo" nunca existió, el poptimismo se valió de un revisionismo histórico defectuoso para fundamentarse, y a pesar de que en teoría puede no sonar equivocado (el pop también puede llegar a ser arte en ciertos momentos), no deja de tener una raigambre profundamente reaccionaria y hasta comparable con el negacionismo histórico de la extrema derecha, ya que la crítica "rockista" desde su origen en los 60's, no solo se dedicó a reseñar y criticar al rock, sino que se dedicó a reseñar al pop más comercial de su época y hasta a darle calificaciones bastante altas, de hecho, la gente que solía escribir para revistas como Rolling Stone, Spin o Creem en sus años dorados, podía ser muy severa con muchos grupos de rock, como por ejemplo, con Grand Funk Railroad, que hasta la fecha, sigue siendo uno de los grupos preferidos de los críticos para odiarlos y aventarles todo el peso de la crítica, y al mismo tiempo podían ser completamente aprobatorios con los Carpenters o con Elton John. Entonces, lo que valdría la pena cuestionarse es: ¿Cuál es el verdadero fin del poptimismo y por qué surgió? La respuesta puede ser más compleja de lo que pensamos, no obstante, intentaré condensarla para este artículo:

Antes de seguir quisiera aclarar que el poptimismo ya no es simplemente la tendencia hegemónica de la crítica musical actual, la cual se ha convertido en básicamente en clubs de porristas de un equipo deportivo, sino que ha pasado a convertirse en un conjunto de prácticas, ideas y creencias que no se reducen únicamente a la crítica musical, sino que ha pasado a convertirse en la interpretación y percepción general de la gente que escucha música, y aunque se le quiera reducir únicamente al mundo de la crítica musical, el simple hecho de que exista tan poca gente que realmente se esfuerce por leer como mínimo, la reseña de un disco, un concierto o una canción, o algo por el estilo, hace que el poptimismo se encontrara en un límite para realmente masificarse, por lo que la mejor forma de viralizarse se encontró tanto en el contenido audiovisual como los videos de YouTube, que además de reseñas, también solemos encontrar las infames "video-reacciones" y por supuesto, tampoco debemos descartar de la ecuación a los memes, porque precisamente su viralización siempre es extremadamente rápida y un ejemplo de ello es cuando hace algunos años se puso de moda un meme que decía algo así como "Cuando te haces el bien metalerote pero en las pedas pones las de José José" o la famosa burla al "true" viejo o chavorruco que suele decir "¿Y tú qué vas a saber de rock, chamaco pendejo?", y aunque no voy a negar que hasta yo fui víctima de semejante imbecilidad, esta fue la manera más eficaz de masificar al poptimismo como manera estándar de interpretar y percibir a la música, porque a pesar de que empezó como un meme para burlarse de la gente, se convirtió en un hecho, eliminando así toda posibilidad de que en verdad existiese algún tipo de "gusto culposo".

Otra cosa a aclarar es que a pesar de que la cara del "rockismo" sea ese anciano maje "true" que suele afirmar "¿Y tú qué vas a saber de rock, chamaco pendejo?", el "true" jamás fue "rockista", que no nos confunda su vestimenta, su supuesto odio a los poseros y su repetición ridícula de "el rock es cultura" o algo por el estilo, el "true" saca el cobre poptimista cuando confiesa que le gustan los corridos tumbados o alguna barrabasada por el estilo, y esto se debe a que si bien son capaces de escupir mierda sobre lo "comercial", como por ejemplo, he conocido a una infinidad de metaleros que tienen un problema de negacionismo histórico con los Beatles por el simple hecho de que dicho grupo tenga en su repertorio numerosas canciones de pop y jamás se hayan metido de lleno al hard rock, pero siempre es patético verlos confesar que les gustan, ya sea grupos vulgares y desechables como AC/DC, Van Halen o Kiss o peor aún, que terminen confesando que les gusta la música agropecuaria o la balada romántica más kitsch -como la de José José, Juan Gabriel, Napoleón, los Temerarios, los Bukis, etc.- para ponerse a "pistear" ya sea con su familia o con sus "cuates", por lo que se puede decir de manera inequívoca que al "true" jamás le importó la integridad artística, ni tampoco la música como un arte, sino que al igual que el poptimista promedio, ve a la música como una forma de reafirmar algún tipo de supremacía, es decir, es un esnob genuino, ya que si apostamos por usar la definición de la palabra: "Persona que acepta e imita de manera exagerada comportamientos e ideas nuevos que considera distinguidos, elegantes o de moda", tanto el "true" como el poptimista son esnobs genuinos, con la única diferencia de que el "true" reniega de su poptimismo y busca que lo vean como un "conocedor" y el poptimista busca que lo vean como ética, política y moralmente superior por serlo.

El poptimismo es una creación de una industria musical putrefacta que terminó cediendo a la fascistización de los expertos que fungen como ejecutivos en las disqueras, los medios de comunicación, las empresas dedicadas a la venta de boletos y demás desde fines de los 70's, los cuales se han dedicado a decidir qué es lo que el público quiere escuchar, frenando así las posibilidades de que la música de corte más experimental e innovador saliera al mercado, tal y como el difunto Frank Zappa lo explica en esta entrevista ochentera, y el fin del poptimismo es precisamente justificar las decisiones de estos tecnócratas del entretenimiento bajo la idea de que si uno se atreve a exigir que la música que escuchamos cumpla con estándares como la calidad y la integridad artísticas frente a la cantidad y la comercialidad, enseguida será acusado de "elitista", "maniqueo", "centralista" y "rockista", y aunque esta acusación a los tecnócratas del entretenimiento pueda sonar conspiranoica, esta ha sido la regla al menos en los últimos 45 años, y la cosa no termina ahí, pues también habría que mencionar que el poptimismo nace de cómo el capitalismo se nos dirige como "sujetos de consumo" y nosotros gozosamente a asumimos dicha identidad, al punto de que nuestro consumo se convierte en la medida de nuestras virtudes morales, éticas y políticas, por lo que si no consumimos a las estrellas de pop del momento o de algún género musical otrora estigmatizado por su falta de calidad, probablemente seamos considerados como personas malvadas y profundamente reaccionarias, por lo que no debería sorprendernos el estado de la modelo gringa Emily Ratajkowski, donde se culpa de misoginia internalizada por no haberle gustado la música de Taylor Swift.

El poptimismo es una mezcla de la ideología cínica del capitalismo posmoderno y las "buenas intenciones" tecnocráticas, y es por eso que si uno en verdad quiere ir más allá del poptimismo, forzosamente tendrá que tomar una posición jacobina al respecto, pues precisamente aquí las "buenas intenciones" resultan ser totalmente despreciables, así como también lo es el cinismo, y es que a pesar de las acusaciones que el poptimista ha lanzado hacia su enemigo imaginario el "rockismo", en las que no es bajado de haber caricaturizado al rock y de haber reducido a dicha música a un mero fetichismo de las mercancías, la cosa es que por el contrario, la vieja crítica musical de ninguna manera hizo nada de eso, sino que su búsqueda y logro fue precisamente que la música popular fuese considerada como un arte genuino, digno de ser estudiado de manera académica, mientras que el verdadero logro del poptimismo es precisamente el de haber creado un nuevo fetichismo de las mercancías en el que tomar en serio a la música popular está prohibido y por lo tanto, toda defensa a los valores artísticos, a la integridad artística y al pensamiento crítico, será acusada de "maniqueísmo", "centralismo" y "elitismo", y es aquí donde entra el cinismo que es defendido por el poptimismo como una autoconciencia del juego que nosotros como espectadores "realmente jugamos" y ese es el de consumidores pasivos carentes de pensamiento crítico, lo que -por supuesto- nos debería alertar, pues precisamente es aquí donde encontramos una ética totalmente basada en el consumo personal, es decir, la forma en la que el capitalismo más puro y bárbaro nos interpela como "sujetos de consumo" y así, nosotros terminamos jugando el perverso juego de la distancia irónica en la que nosotros no nos involucramos directamente en el juego que jugamos, pero participamos plenamente en él, algo así como lo que sucede con las religiones orientales y sus justificaciones más grotescas y aberrantes a limpiezas étnicas o brutales masacres o guerras, pero con la diferencia de que en lugar de justificar algo así, termina justificando una forma de teocratización del gusto, que además de todo, por su perversión (lo digo en el sentido más lacaniano posible, es decir, como versión del padre, pere-versión), es mucho más represiva que una prohibición simbólica, porque el poptimismo no se atreve a prohibir abiertamente a que escuchemos cierto tipo de música, sino que la prohibición es implícita, es decir, el poptimismo en su masticado "pluralismo" siempre buscará la forma de estigmatizar tanto al rock como a otra música defendida por los supuestos "rockistas", generalmente con argumentos de que si es música para "marihuanos" o "drogadictos", que si es "machista", "sexista", "imperialista", "misógina", "homofóbica", "violenta" y demás, hasta volverla tabú, mientras que al mismo tiempo, el pop representa a esa falta de castración, es decir, el pop nos permite acceder a nuestras peores obscenidades y fantasías, tal y como sucedió con el famoso "Gangnam Style" en la década pasada, que nos permitió acceder a una especie de proto-música militarizada que gozosamente los millennials bailaron en gigantescas coreografías, aunque tampoco habría que olvidar que un precursor de esta perversión es precisamente Michael Jackson con Thriller de 1982, que aún se baila en gigantescas coreografías y que lo que esconden estas, es precisamente una forma de violencia ritualizada y tampoco habríamos que olvidar al famoso Harlem Shake del 2013, que se convirtió en una especie de reto viral en donde se armaba una coreografía en la que todos terminaban bailando y para finalizar los ejemplos, ahí está la estúpida afición de los centennials de filmarse con sus teléfonos bailando un fragmento de canción de 20 segundos para Instagram y TikTok, todo esto son ejemplos de la perversión inherente al poptimismo, la cual ha logrado hacer ver al rock como un género "cerrado" en el que existe un público "cerrado de mente", el cual, no se atreve a seguir el mandato posmoderno de "experimentar" o de "abrir la mente", es decir, de atreverse a abrirse a la perversión tecnocrática del poptimismo, y es así como el rock termina adquiriendo una identidad histérica, es decir, se ha convertido en una especie de resistencia en la que uno es capaz de insertar sus dudas críticas sobre la calidad musical del pop, el reggaeton, el rap, la música agropecuaria, la (nueva) música tropical, etc. Y sobre las cuestionables prácticas de la industria musical, mientras que el poptimismo nos invita a gozar obscenamente de una proto-música estupidizante, de identificarnos directamente como "consumistas" y de dar rienda suelta a nuestras fantasías más retorcidas, incluyendo identificarnos con la más obscena y grotesca violencia ritualizada, pero por si esto no fuera suficiente, el poptimismo también se ha encargado de psicologizar a nuestra percepción musical, combinando esta psicologización, la cual irremediablemente termina patologizando al gusto del público rockero como si se tratase de algún trastorno mental junto con la miserable y autodestructiva herencia del maoismo de autodenunciarse, como bien lo señaló el crítico británico Simon Reynolds al criticar al crítico canadiense Carl Wilson y su defensa a Celine Dion: "es como una sesión autocrítica maoísta en la que los miembros del partido y los burócratas de bajo nivel se denunciarse a sí mismos y a otros por sus tendencias cripto-burguesas", por lo que afirmó que se trata de "una nueva forma de inquietante auto-cancelación", por lo que el poptimismo representa a las dos caras de la misma moneda de la perversión posmoderna: por un lado tenemos el híper-moralismo de la corrección política, las políticas de la identidad y la cultura de la cancelación combinado con el cinismo, la obscenidad y la vulgaridad del populismo de derecha, todo esto -por supuesto- como consecuencia de la excesiva tecnocratización de la industria musical. 

Y por lo tanto, aquí la música pasa de ser un arte a convertirse en una mercancía fetichizada que adquiere su riqueza en reticencias metafísicas y hasta teológicas precisamente en el hecho de que el poptimismo nos hace verla como símbolo de estatus social y de supremacismo ético, moral y político, es decir, el poptimista ha regresado a una forma distorsionada del viejo elitismo cultural de la modernidad que no se cansaba de considerar a la música popular como basura por el simple hecho de no atenerse al dogma del progreso y por lo tanto, solía ser considerada como "entretenimiento" o "música blanda", y precisamente el poptimismo lo que ha buscado en la práctica es que la música popular vuelva a ser considerada como "entretenimiento", pero no solo eso, sino que además de todo, como símbolo de un supremacismo moral burgués que al mismo tiempo, está plenamente incluido en la corrección política y la cultura de la cancelación, por lo que las tendencias totalitarias de estas se hacen patentes en la teocratización del gusto, pues a pesar de que el discurso poptimista suela promover valores como el "pluralismo", la "democracia" y la "diversidad", la práctica poptimista es exactamente lo contrario, pues es una práctica monista con evidentes tendencias tiránicas que ve al gusto como una totalidad orgánica, libre de antagonismos y diferencias, que solo puede ser perturbada por una intrusión corrupta externa, es decir, el poptimismo tiene una inherente tendencia criptofascista que es extraída de la política para llevarla al ámbito musical con el fin de homogeneizar al gusto general.

El poptimismo ha creado una teocracia del gusto y una versión musical de la biopolítica pospolítica en la que es imposible la solidaridad entre gustos porque finalmente, la industria musical tiene una incómoda verdad que siempre buscó ocultar y esa es que hacia mediados de los 2000's resurgió la popularidad del rock gracias al internet y los aún nacientes servicios de streaming, y eso implicaba que lo "viejo" pudiera volver a ganar terreno y lo "nuevo" -es decir, la creación perfecta del tecnócrata corporativo- terminara en el basurero de la historia de una manera tan estúpida, por lo que esta es una de las verdaderas razones por las que la industria musical llevó a cabo todo ese combate a la "piratería" desde la demanda de Metallica a Napster hasta la caída de Megaupload con el fin de que los productos industriales ideados por los expertos no sufrieran de un colapso tan ridículo gracias al redescubrimiento del rock viejo por parte de los cibernautas, que además de todo, este redescubrimiento ya llevaba de manera implícita, una forma de comunismo.

Ahora, una de las formas en las que el poptimismo y su teocratización del gusto ha quedado justificada es precisamente con la mentada "melomanía", de la que no hablaré tanto porque generalmente sería redundar mucho de lo que ya dije, pero sí diré que su bienintencionada "neutralidad" es precisamente de la que está construído el infierno, su estúpida tendencia de rechazar a la crítica como "prejuicio" y de siempre buscar la "neutralidad" ("no quiero que me encasillen, que me reduzcan a algo particular") es lo que hace de la "melomanía" algo tan despreciable y también de algunos críticos del poptimismo, que lejos de hacer una crítica sensata a dicho fenómeno, el hecho de que quieran ser "neutrales" y critiquen tanto al poptimismo como al inexistente "rockismo", automáticamente los convierte en cuestionables, porque precisamente el verdadero antagonismo que existe para el poptimismo y la "melomanía" es precisamente una crítica musical que abraza abiertamente a la convicción y la seriedad, es decir, que se atreve a decir su nombre y que por lo tanto, es capaz de someter a la música a una evaluación crítica implacable, porque finalmente, lo que realmente significa "tomarse en serio a la música" es eso, tomar partido y no jugar al perverso juego de la "neutralidad", sino atreverse a criticar no solo a la música, sino a la industria musical en general, aunque eso implique que el poptimista idiota nos acuse de "rockistas", "elitistas", "maniqueístas" y demás bonitos términos.

Como actualización del 15 de Noviembre del 2023, olvidé hablar de algo muy importante, y es que algo que también ha logrado poptimismo es que a la gente ya no le importe en lo más mínimo el género musical y por lo tanto, haya retrocedido milenios al categorizar y escuchar la música de acuerdo al estado de ánimo o a las actividades, lo que me deja en claro que particularmente para la generación más jóven que es la "contemplativa" -mal llamada "centennial", "zoomer" o "generación z"- (nacida entre el 2006 y el 2029), la música ha dejado de ser percibida como un arte genuino y otra vez hemos regresado a la época de las primeras civilizaciones, donde la música tenía un fin utilitario y funcional, es decir, la música se dividía en: música para funerales, para rituales, para bailar, etc. Ahora la categorización es similar, con la única diferencia de que, este retorno a la antigüedad tiene un estúpido énfasis en los sentimientos y los estados de ánimo, y aunque exista gente ignorante que ve con buenos ojos a este cambio y hasta lo justifica afirmando que "todo cambio es bueno", lo que me alerta es que precisamente uno de los mayores logros de la europa medieval y moderna respecto a la música que fue precisamente trascender al utilitarismo y funcionalismo ha desaparecido gracias a que la estética se ha relativizado a tal punto que incluso el género musical está luchando por no desaparecer, por lo que todo intento genuino por intentar innovar o experimentar ya no tendrá ningún sentido, así como tampoco tendrá sentido hacer obras que apuesten por la belleza, sino que la música será únicamente funcional o utilitaria de acuerdo al estúpido subjetivismo de la generación más reciente y las que siguen.

Otra cosa que habría que mencionar para terminar este artículo es como la calidad de la música ha pasado a no tener ninguna importancia, y esto es notorio cuando a algún mentecato se le ocurre grabar un cover de reggaeton, banda sinaloense, ranchera, norteño, balada romántica o trap en rock y la gente es capaz de aplaudir a semejante imbecilidad, incluso llegando a atreverse a comentar cosas tan patéticas como que si las canciones de Peso Pluma estuviesen escritas en inglés y compuestas como rock, la gente le aplaudiría y lo admiraría como lo hace con los Beatles, cosa que por supuesto, es un atrevimiento y una falta de respeto al legado de los Beatles o de cualquier artista o banda que de verdad se esforzó por hacer música con un sentido artístico, porque un macuarro como Peso Pluma, con todo y su asquerosa voz nasal y sus letras de mierda, solo pertenece al basurero de la historia, y lo mismo aplica para otros ídolos de la generación contemplativa como Bad Bunny, Karol G, Maluma, Ozuna, Dua Lipa, Taylor Swift, etc.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

El problema con los youtubers de música

Una de las cosas sobre las que he sido más crítico y de las que más he conversado con un amigo que comparte las mismas críticas al respecto son los youtubers de música, y no me refiero precisamente a los youtubers músicos que suelen subir sus videos tocando o sus grabaciones profesionales, sino a los que hablan de música, que aunque algunos se han atrevido a afirmar de manera atrevida que son los sucesores "mejorados" de los viejos blogs sobre música, ya que al no requerir de la concentración necesaria para la lectura, son más "dinámicos" y nos permiten hacer otras cosas mientras oímos los comentarios de alguien, y debo decir que esto ya es alarmante, porque forma parte de una cada vez más notoria anti-intelectualidad social en la que la gente ya ni siquiera se esfuerza por hacer una lectura tan fácil como lo es un artículo, una reseña o una crítica sobre música, lo que me dice que a pesar de las acusaciones de los tecnócratas hacia sus críticos de "anti-intelectualismo" y "neoludismo", los que precisamente se han dedicado a hacer crecer este tipo de anti-intelectualidad (la renuencia a hacer algún tipo de trabajo intelectual como pensar filosófica y críticamente) son los mismos expertos, que en su empirismo y pericia se han dedicado a enaltecer el trabajo de resolver problemas, pero han hecho todo lo posible para evitar que la gente pueda ponerse a pensar, y precisamente en esta tendencia tecnocrática y populista anti-pensamiento, la crítica y la razón han quedado hechos a un lado o despojados y esta es una de las tantas razones por las que me dedicaré a criticar a los youtubers dedicados a hablar de música.

YouTube ha sido una red social en la que he estado muy activo en los últimos años, particularmente porque me gusta ver videos sobre instrumentos musicales, además de que me gusta ver videos de divulgación filosófica y sobre historia, así como también suelo usar la plataforma para escuchar música de vez en cuando, especialmente cuando tengo fallas con la computadora o con mi disco duro externo, por lo que puedo decir que YouTube es una herramienta muy útil en ciertas cosas, pero en otras en una navaja de doble filo, porque también ha servido como medio de difusión de mucha porquería, y no solo me refiero a lo más obvio, como las ridículas teorías de conspiración difundidas por derechistas impotentes y paranoicos, la asquerosa propaganda política de movimientos de derecha o al contenido más decadente y degenerado de la red, sino a que también ha servido para difundir una manera completamente anti-intelectual de interpretar las cosas y en este caso, una de las cosas directamente más dañadas por esta anti-intelectualidad es la música, porque en general, los vlogs musicales de YouTube se han creado NO con un propósito de divulgación crítica, sino como una forma de mantener un analfabetismo funcional en el espectador, pues si hay algo que comparten canales como el de Jaime Altozano, Shauntrack, Alvinsch, La Cata Musical, Sindelay, entre otros, es que todos estos canales carecen de un enfoque crítico que efectivamente analice a la música por su calidad y su aporte artístico, y lo que entra aquí es un enfoque tecnicista apantallabobos en el que estos youtubers impresionan a los espectadores por sus conocimientos y pericia, o por emitir alguna opinión personal a lo mucho, y aquí es precisamente donde veo el origen tanto del anti-intelectualismo como de la anti-intelectualidad en la experticia, porque si bien, no estoy desacreditando al conocimiento de estos personajes, si lo estoy haciendo con el hecho de que perversamente fetichicen a su propio conocimiento pero no dejen espacio para la crítica y el pensamiento, es decir, para el ejercicio intelectual pleno que requiere el simple hecho de escuchar y analizar música.

Cuando Slavoj Žižek describe a la biopolítica pospolítica y su propensión a mobilizar a las masas por medio del miedo a un potencial intruso corrupto, es exactamente lo que pasa con estos youtubers, pues para estos personajes, las discusiones musicales son una totalidad orgánica donde no existe el desacuerdo hasta que entra la crítica o el intelecto de manera intrusiva a crear un antagonismo que busca ofendernos o molestarnos, por lo que no es de sorprenderse que estos expertos del YouTube en verdad suenen como genuinos fascistas musicales que además de todo, son manipuladores y ejercen una coerción estética en sus espectadores, es decir, cuando ellos hacen sus pseudo-análisis de la música y uno no puede notar lo que ellos notaron, lo hacen sentir culpable o ignorante por no hacerlo.

Otra cosa de la que debemos hablar con respecto a estos Youtubers es precisamente de su relativismo estético disfrazado de "pluralidad" y de su pésima recomendación: escuchar la música "sin prejuicios" y "dejarse llevar" por esta, ¿A qué se refieren estos farsantes con eso? La pretendida objetividad de esta recomendación es evidentemente falsa, porque precisamente lo que menos debe hacerse a la hora de escuchar música o estar frente a una obra de arte es mantenerse en una impostura de un espectador impotentemente neutral que no se atreve a emitir ningún juicio, esto es evidentemente -en todo su sentido psicoanalítico- una perversión, porque eso quiere decir que uno no se toma en serio a la música, pues como bien dice el escritor gringo Fredrik DeBoer en su blog: Pero, por supuesto, no estar dispuesto a someter a un género musical a una evaluación crítica real e implacable es lo opuesto a tenerle respeto a la música, a tomársela en serio, y eso es precisamente lo que significa escuchar la música "sin prejuicios", el "prejuicio" aquí no es algún tipo de idea negativa preconcebida sobre la música en cuestión, sino el hecho de someter a la música a una evaluación crítica genuina y en todo caso, si realmente hubiese prejuicio a la hora de escuchar la música, uno al menos esperaría que la música nos haga tragarnos ese prejuicio por ser erróneo, pero no, estos divulgadores de la anti-intelectualidad solo buscan que la gente efectivamente no se tome en serio a la música y efectivamente se vuelvan consumidores pasivos carentes de juicio a los que les de igual tener puesta una vulgar tonada de merengue que A Day In The Life de los Beatles o la 9a de Beethoven, ya que la capacidad para escuchar la música también se pierde y lo único que queda es el consumo desenfrenado que se justifica con un discurso apelando al "pluralismo", la "democracia" y la "diversidad".

Una cosa más que omití el día de ayer: Hablemos de las mentadas "video reacciones", que lejos de servir como un punto para construir una crítica o un juicio, son una forma de eliminar nuestra convicción y de alimentar esta opinionitis heredada de la modernidad, además de ser una de las principales formas en la que se constituye una tiranía del gusto, ya que si un experto del YouTube se pone a reaccionar mientras ve un video y da su opinión, ésta inmediatamente es considerada como autoridad incuestionable y termina alimentando a las nuevas formas de fanatismo, que en su herencia asiática, los fandoms, las armys y los stans tienen una forma evidentemente fundamentalista de ver a sus ídolos, que de nuevo, forma parte del mismo patrón anti-intelectual que el fundamentalismo religioso y la cultura de la cancelación.

En los siguientes artículos seguiré abordando el tema, pero no tanto con respecto a los youtubers, sino a todo este fenómeno en la crítica musical llamado "poptimismo" y sus alarmantes consecuencias en la práctica.