jueves, 25 de abril de 2024

Del arte conceptual al poptimismo: Cómo el capitalismo destruyó al arte

Aunque Walter Benjamin tuviese una concepción bastante utilitaria y hasta panfletaria sobre lo que debería ser el verdadero arte, dió en el clavo cuando explicó como el arte pasó de ser una convención universal que unía a la sociedad en un acuerdo mutuo sobre su belleza a mercantilizarse y por lo tanto, a aburguesarse y a subjetivizarse, es decir, con el capitalismo, el arte perdió ese acuerdo colectivo que garantizaba su universalidad a covertirse en un capricho subjetivista que tenía como única función, ser una mercancía más, y esto concuerda con la afirmación de Hegel de que en la modernidad, el arte perdió todo respeto, y es que el proceso de modernización, al mismo tiempo que sostenía la bandera del progreso frente a los viejos tiempos de feudalismo, también trajo consecuencias devastadoras a la sociedad con las dinámicas capitalistas, incluyendo explotación laboral, crisis económicas, hambrunas, antagonismos sociales y nuevas supersticiones como el fetichismo de las mercancías o la ideología y el arte tuvo que adentrarse a las aguas capitalistas también.

Me sé de memoria la típica narrativa que se da sobre el arte moderno, de que como surgió la fotografía, la pintura quedó obsoleta y eso les dió paso a la pintura abstracta, el dadaísmo y el arte conceptual, así como la tonalidad supuestamente quedó abolida con el sistema de tonalidad flotante que dió paso al sistema atonal y luego de esto, vendrían el serialismo, la música concreta, el avant-garde, la música electrónica y el minimalismo, no obstante, hay que eliminar ese optimismo propio de la modernidad que se hacía masturbaciones mentales con el progreso, pues lo que realmente sucedió fue que lo que Benjamin explicó, el arte se convirtió en una mercancía más, por lo que ya no necesitaba del respeto y la contemplación del espectador, sino de una retórica convincente que funcionase de manera mágica (supersticiosa) en la que por arte de magia, cualquier pedazo de mierda pudiese ser justificado y aprovado por "la mano invisible" del mercado, de ahí que con el paso del tiempo, el arte se ha visto involucrado en un asqueroso fraude por parte de habilidosos empresarios que saben vender su basura a precios exorbitantes y por supuesto, nunca pueden faltar los expertos para avalar cualquier estupidez como arte, es decir, el arte contemporáneo está sumamente tecnocratizado y económicamente funciona bajo un esquema completamente capitalista, de ahí que obras tan insulsas, aburridas, mediocres y estúpidas como el plátano pegado con cinta gaffer de Maurizio Cattelan se puedan vender en miles o hasta millones de dólares.

Ahora, la pregunta es: ¿Qué es lo que tiene que ver el arte conceptual con el poptimismo? El título de este post puede parecer extraño, pero definitivamente no debería serlo, pues lo que conecta al arte contemporáneo con el poptimismo es precisamente su plena confianza en "la mano invisible del mercado" y para esto, el escritor y músico escocés Bram E. Gieben dió en el clavo en un artículo para el blog Strange Exiles al afirmar que el poptimismo es el completo abandono de la crítica musical como ejercicio intelectual comprometido a la confianza total en el mercado, es decir, la importancia de un artista musical en la actualidad ya no se mide por medio de la calidad musical y el aporte artístico de sus composiciones, sino de su éxito comercial, es decir, de la popularidad y de las reproducciones recibidas en sitios de streaming como Spotify, Tidal, Deezer, Apple y Youtube, es decir, en la posmodernidad, Taylor Swift es buena no porque tenga talento y escriba buenas canciones, sino porque es una de las cantantes que más han vendido en los últimos años y si uno se opone a esta "verdad absoluta e irrefutable" del mercado, entonces uno es inmediatamente etiquetado de "misógino", "conservador", "machista", "intolerante" y "retrógrada", y eso es lo que sucede con el "arte" conceptual, pues al igual que Taylor Swift o cualquier cantantucha de pop que la haya precedido o que le siga, un "artista" conceptual puede hacer cualquier pendejada que se le ocurra en el momento y no importa si esta pendejada carece de coherencia y valor estético, el hecho de que haya complicidad entre el "artista" y los expertos, es suficiente como para que un curador pueda crear toda una retórica panfletaria y políticamente correcta para que "la mano invisible del mercado" haga su propia "magia" al convertir a un pedazo de mierda en "arte" (o mejor dicho, en una mercancía que funciona para lavar asquerosas cantidades de dinero) y si uno se atreve a criticar a un sistema tan rígido y estúpido que carece de toda honestidad intelectual, por supuesto que será tildado de "ignorante", "estúpido", "retrógrada", "conservador", "mentecato", "reaccionario" y demás bonitos términos, y es aquí donde uno debe aclarar que a pesar de toda la diarrea verbal "izquierdista" que los curadores crean como justificación a unas obras tan insulsas y que los derechistas intenten negar su involucramiento en ello, el arte contemporáneo es por definición la miseria política de la derecha hecha teoría "artística" y eso lo único que puede producir es basura desprovista de todo valor artístico.


No es difícil cruzarse caminos por internet con algún cretino que se defina como "libertario", "objetivista", "minarquista" o "anarcocapitalista" y que en alguna publicación con respecto a Marx y sus teorías sobre el trabajo y el valor salgan con la ridiculez subjetivista de que el valor es "subjetivo", es decir, que para ellos, el sujeto es el que les atribuye valor a las cosas y no las condiciones materiales subyacentes como el tiempo invertido en la producción de mercancías, y es aquí donde afirmaciones tan estúpidas como "el arte es subjetivo", "el valor artístico es subjetivo", "la belleza está en el ojo del espectador" y demás, sacan a relucir su raigambre miserable, pues así como para los "libertarios", el valor de las mercancías es "subjetivo", para el "artista" contemporáneo, la estética y el valor artístico no solo quedan desacreditados, sino que terminan siendo relativizados hasta tal punto en el que no tengan ninguna importancia, pues finalmente la obra no es más que una mercancía que sirve para hacer enormes lavados de dinero y lo mismo va para el poptimismo, la pseudocrítica que ha surgido en sitios como Metacritic y Rate Your Music en donde cualquier iletrado puede reseñar los discos que tiene en su colección, han destruído al crítico musical profesional que se toma el tiempo para escuchar la música, analizarla y criticarla, pues lo que ha hecho la pseudocrítica poptimista es precisamente tecnocratizar y mercantilizar a la crítica musical, es decir, lo que hacen sitios como Metacritic y Rate Your Music es interpelar al espectador como un pequeño experto que efectivamente puede expresar su opinión sin temor a ser reprendido por ello, pero para esto, es necesario que este pequeño experto sea un negacionista del valor artístico y de la calidad musical y que sea un sacerdote de su dios "la mano invisible del mercado", porque finalmente será esta la que decidirá qué es lo bueno y qué es lo malo de acuerdo al éxito comercial de un artistucho y es aquí donde surge el penoso concepto de "inmunidad crítica", pues al no tener criterios, juicios o valores para criticar a la música y el único que tiene la autoridad para hacerlo es el mercado, el crítico se convierte en una especie de ser indeseable y ofensivo que no entiende los misteriosos movimientos de su deidad animista o sujeto supuesto a saber que es "la mano invisible del mercado", y que por lo tanto, está lleno de obsoletos y retrógradas prejuicios que, según estos mentecatos, generalmente tienen que ver con algún trauma o algún rencor personal, y por lo tanto, en este mundo posmoderno, el crítico se convierte en un "fundamentalista" con una actitud "beligerante", tal y como una mediocre entrevistadora ecuatoriana le dijo a la crítica mexicana de arte Avelina Lésper durante una entrevista.


Cuando veo a un derechista criticar tanto al arte moderno como al arte contemporáneo, no puedo hacer más que tomarlo como una broma de mal gusto, pues si existe algo que todo derechista defiende son las dinámicas del capitalismo, que fueron las que le dieron origen a ambos artes y también son el origen del poptimismo, y por lo tanto, esos supuestos enemigos contra los que pelean esos conservadores ingenuos, no son más que la otra cara de la misma moneda, pues si algo he podido dejar en claro con este breve artículo es precisamente que tanto el arte contemporáneo como el poptimismo son el paraíso laissez-faire trasladado al mundo del arte, por más que los fascistas ingenuos se digan defensores de las bellas artes frente a la decadencia del arte contemporáneo e incluso cumplan con lo que Walter Benjamin llamó "la estetización de la política", la derecha nunca podrá deshacerse de ese lazo que la une con Yoko Ono, Damien Hirst, Banksy, Yayoi Kusama, Marina Abramovic, Peter Campus, Maurizio Cattelan y demás, no obstante aquí surgiría la excelente pregunta: ¿Por qué, si el arte contemporáneo es esencialmente derechista y capitalista, suele ser tan defendido por los izquierdistas? Pues como dije en el artículo anterior, aquí se encuentra lo que yo diría que es uno de los precursores directos de la izquierda miserable, que es toda esta alabanza y justificación del arte moderno por numerosos y prominentes izquierdistas, y es que si hay algo que sigue con cierta prominencia en la izquierda, es esa defensa obsoleta al mito y dogma del "progreso" y precisamente, este optimismo ingenuo fue con el que la modernidad logró instaurarse en el mundo entero de manera exitosa, y muchos marxistas, aún siguen persiguiendo ese sueño guajiro del "progreso", aunque hoy esté comprobado que no fue más que una mentira y que por lo tanto, todo marxista que se respete, debe abandonar ese mito por su propio bien, si es que no quiere pasar al lado de la izquierda miserable.

lunes, 22 de abril de 2024

Los verdaderos bufones de la derecha populista y el capitalismo

La miseria política es un concepto que inventé yo y básicamente se refiere a prácticamente todo lo que conforma a la derecha, es decir, la derecha es miserable por definición, y una izquierda miserable es una izquierda derechizada o fascistizada, y aunque su orígen más próximo es la caída del muro de Berlín y la lamentable declaración de Francis Fukuyama sobre "el fin de la historia", la verdad es que hay muchos precursores de la izquierda miserable, entre ellos la defensa de algunos marxistas al arte moderno y al arte conceptual, así como a la música atonal, algo a lo que le dedicaré un artículo aparte, aunque bueno, esto puede que no sea propiamente un gesto de adopción de la miseria política, sino un gesto de ingenuidad o de provocación gratuita, no obstante, quienes de verdad comenzaron ese proceso de fascistizar a la izquierda fueron los mentados "progres" y en algo en lo que atinaron los viejos marxistas colombianos fue en señalar al Unirismo (el partido de la izquierda progresista) como el agente fascistizante de la izquierda y ahora podemos confirmar que eso es una verdad tanto fáctica como filosófica, el progresismo fascistizó a la izquierda al insertar a las políticas de la identidad, la teoría queer, el hípermoralismo burgués de la corrección política y la cultura de la cancelación, a un contexto "izquierdista" y con la caída del muro de Berlín, la izquierda fue adoptando cada vez más esa fascistización hasta el punto de volverse descaradamente fascista como el gustavobuenismo español y el nazbol ruso, así como también podríamos contar a las pseudoluchas como el EZLN, al terrorismo rojoe incluso al ecovandalismo actual que busca destruir obras de arte en los museos a "modo de protesta" y hasta los graffitis de mierda de Banksy, por lo que podemos sacar la conclusión de que una izquierda derechizada es una izquierda miserable y una izquierda miserable es simplemente la prueba de que la izquierda está en un estado deplorable.
 Hace poco en mi (no tan) querido México, surgió la controversia cuando unos gringos que estaban presenciando un concierto de cuerdas en un hotel en Puerto Vallarta, Jalisco, fueron interrumpidos por una banda sinaloense y su espantosa música, y pronto con la noticia en circulación, el hotelero y empresario Ernesto Coppel Kelly se quejó de que las bandas sinaloenses estaban alejando a los turistas de las playas de Mazatlán y por lo tanto, de sus hoteles, por lo que pronto en las redes sociales empezaron a surgir debates de como las bandas sinaloenses "estaban combatiendo a la gentrificación extranjera" y de que por ello, el género como tal, era "el nuevo punk", pero en este artículo, nos encargaremos de dar las peores noticias a la izquierda miserable y por lo tanto, será una nueva crítica.

El debate sobre como las bandas sinaloenses supuestamente estaban acabando con la gentrificación extranjera, lejos de hacer visible un problema real, más bien se inventó uno con un enemigo empírico, muy al estilo de los populismos de derecha que hoy están en boga en muchos países y lo que realmente visibilizó es el complejo de inferioridad, la xenofobia y el chauvinismo tan propios del mexicano promedio y por lo tanto, aquí sí se podría contradecir al presidente Andrés Manuel López Obrador con eso de que "el pueblo es sabio", pues más bien, el pueblo tiene arraigados muchos prejuicios que le fueron sembrados gracias a más de 70 años de gobiernos de la derecha más miserable, tiránica y putrefacta que encabezan los partidos más detestables de México: el PRI y el PAN, y con esto, los prejuicios fascistoides del mexicano quedaron al descubierto y son defendidos por una izquierda carente de un proyecto político viable que cada vez se vuelve más cercana a la derecha y es que lo que se esconde detrás de este rechazo a los extranjeros es precisamente el mismo prejuicio y el mismo miedo que la derecha populista ha sabido explotar a su conveniencia, no obstante, esto se conecta también a que uno de los prejuicios que la ideología mexicana ha guardado en su corazón durante décadas es el odio a los españoles y el odio a Estados Unidos, todo esto guardado en una retórica pseudo-marxista que habla del colonialismo y el imperialismo, y todo esto empezó entre los 30's y 40's, cuando el fascismo tuvo su auge en México, dando lugar al partido Sinarquista y a movimientos religiosos tan cuestionables como el de la "mexicaneidad", que era básicamente una mezcla de misticismo sincrético europeo proto-new age con fascismo a la mexicana, en el que se tomaba la estupidez de Rousseau del "buen salvaje" y se combinaba con el populismo fascista de encontrar al enemigo en el "invasor" extranjero, y esta misma retórica evolucionó hasta esconderse en una retórica pseudo-marxista que fue adoptada por numerosos personajes de la izquierda miserable como Carlos Monsiváis, Rius y toda la camada políticamente correcta de los Estudios Culturales y el Decolonialismo, incluyendo a su sacerdote mayor, el argentino Enrique Dussel, y fue esta izquierda miserable que ya estaba zambutida de ideas y prácticas derechistas la que ayudó al PRI a censurar a la contracultura sesentera y a Avándaro por considerarlos como un "agringamiento" de la juventud mexicana, y esto es precisamente a lo que huele ese resentimiento patético contra los extranjeros "gentrificadores", a esa izquierda miserable que a la primera abraza a una ideología fascistoide de corte ultranacionalista ante su falta de un proyecto político y económico viable y que esconde su derechismo de closet bajo una retórica marxistoide justificadora de sus prejuicios ultranacionalistas, xenofóbicos y chauvinistas.

La izquierda miserable está pavimentando el camino para que la derecha populista termine ganando en el 2030, y la verdad es que no me puedo imaginar a un personaje tan detestable como Gabriel Quadri, Lilly Téllez, Ricardo Salinas Pliego, Sandra Cuevas, Xóchitl Gálvez o Alito Moreno en la silla presidencial, por lo que Claudia Sheinbaum tendrá que hacer un buen trabajo como presidente del sexenio que nos espera para garantizar que la derecha populista no tenga oportunidad de ganar en el siguiente sexenio que durará del 2030 hasta el 2036, y es por eso que la izquierda miserable es la enemiga de todo izquierdista genuino, porque representa a la fascistización de la izquierda y por lo tanto, la izquierda deja de ser la alternativa y se convierte en la bufona tanto de la derecha como del capitalismo.

Unos de los casos más directamente notorios de una izquierda miserable es la adopción descarada de elementos fascistas, como lo son los del nazbol ruso y los de la izquierda gustavobuenista española, de la cual forman parte dos personajes bastante despreciables llamados Santiago Armesilla y Julen Robledo, los cuales buscan combinar el falangismo de closet del filósofo español Gustavo Bueno con una retórica pseudo-marxista, y para el iletrado que me diga que no es cierto, hay suficiente material para confirmar que Armesilla, además de no comprender al marxismo correctamente, su mayor causa es una de corte evidentemente falangista, pues lo que afirma es que quiere recuperar la vieja "modernidad alternativa" española, es decir, una de corte medieval (sí, porque el renacimiento es indudablemente medieval) y es aquí donde uno tendría que recordarle que es precisamente el mismo discurso que pupula entre la camada políticamente correcta de los Estudios Culturales y que quien lo empezó fue nadie más, ni nadie menos que el mismísimo Adolfo Hitler, quien propuso una modernidad sin su exceso (los judíos), por lo que los pobres gustavobuenistas dejan en claro que a pesar de que ladren contra las "izquierdas indefinidas", ellos mismos se encuentran en ellas, pues la idea de las "modernidades alternativas" es precisamente de corte populista, por lo que su estúpida retórica de "no somos anticapitalistas, somos postcapitalistas" lo único que deja en claro es que son los bufones de la derecha populista, que lejos de querer cambiar las cosas como todo izquierdista genuino quiere, más bien buscan conservar las dinámicas propias del capitalismo pero sin el enemigo externo que funciona como el intruso perturbador, por lo que la "izquierda" gustavobuenista es un fracaso como izquierda, porque huyeron de la dialéctica hegeliana para caer en una versión gachupina del nazbol y lo peor es que un tipo como Diego Ruzzarin, quien fue capaz de dejar como el charlatán que era al vendedor de humo Carlos "el master" Muñoz durante un pseudo-debate y por lo tanto, de dar la apariencia de ser un izquierdista honesto, ahora se ha convertido en el lazarillo de Santiago Armesilla y cada vez es más ridículo (y decepcionante) ver como el tipo defiende la misma retórica miserable de los gustavobuenistas y si eso no es poco, verlo también lamerles las botas a países ruines como Rusia, China y Singapur, así como mofarse de Greta Thunberg, es muestra de que el brasileño ya no es lo que fue y que al igual que muchos marxistas trasnochados, hoy se encuentra en una posición miserable y bufonesca.

Hace algunos años, un izquierdista miserable de Estados Unidos llamado Gabriel Rockhill tildó al filósofo esloveno Slavoj Zizek como "el bufón de la corte del capitalismo" en un artículo risible y patético, no obstante, la izquierda miserable es la que se ha ganado a puso ese título, pues su abrazo a las políticas y prácticas propias de la derecha han hecho que la izquierda se haga tan miserable como la derecha y por si no fuera poco, algo que debería aterrarnos a todos es que la propaganda de Rusia y China ha surtido efecto en la izquierda miserable latinoamericana, y eso se ha notado desde su rechazo a Greta Thunberg como activista ecológica con el argumento de los asesinatos de los activistas ecológicos indígenas hasta su apoyo total a Rusia cuando en una táctica completamente imperialista, fundamentalista y fascista invadió a Ucrania al más puro estilo de los Israelíes en Palestina, y ahora este reavivamiento del odio hacia los extranjeros gringos "gentrificadores" huele asquerosamente a la propaganda de la escoria que hoy es presidente de Rusia, Vladimir Putin y eso es muy triste y doloroso, pues gente que parecía honesta y genuina como el youtuber brasileño radicado en Monterrey, Nuevo León, Diego Ruzzarin se ha unido a la izquierda miserable gracias a su amistad con el despreciable Santiago Armesilla, e incluso algunos amigos me han llegado a dar argumentos lamentables como este: "Los rusos y los chinos son unos gandallas, pero no hay peores gandallas que los gringos y los británicos, por lo que si cae el imperialismo gringo, nuestro país se unirá a Rusia y China, y prosperará", cuando, de hecho, está bien demostrado como las políticas imperialistas y neofascistas de Rusia y China han llevado a la ruina a varios países, pues la táctica es infundir primero el miedo y luego el fundamentalismo religioso combinado con ideologías que hablan directamente de limpieza étnica, y si en verdad queremos librarnos de un monstruo abominable, lo primero que debemos es mandar al carajo a la izquierda miserable junto con sus ridiculeces de la corrección política, el decolonialismo, el lenguaje inclusivo, la teoría queer, la cultura de la cancelación, las modernidades alternativas, nacionalismos y demás, y no tener miedo de ponernos a pensar para intervenir en el panorama político.